Castalia acogió un derbi cambiante y entretenido, que aplaza las grandes respuestas pero suaviza a la vez las urgencias cercanas y colectivas. Castellón y Villarreal B siguen sin ganar, pero salieron reforzados de la fricción resultante de un choque de realidades y estilos. El filial se adelantó cuando impuso su capacidad para tejer y distraer, para cambiar con la pelota la jugada de ritmo, y el Castellón empató cuando abocó el espectáculo al empuje y la insistencia, la ola que rompe y vuelve a nacer, una jauría con colmillo. Los goles de Enric Franquesa e Hicham Khaloua presagiaban un segundo tiempo pirotécnico, pero la expulsión de Satrústegui en el minuto 53 amansó el combate, que terminó con el 1-1, se diría que nulo.

El paisaje exigió al visitante, desde el inicio, un ejercicio de personalidad. El B no se achantó: el primero en bajar la bola al césped fue el centrocampista Beitia, juvenil y debutante, que enseñó el camino que rápido tomó el eléctrico Samu, descarado hasta el extremo, para lo bueno y para lo malo. No hay para Samu diferencias entre las zonas del campo, y mientras lo aprende va generando a su paso desequilibrios. Algunos en contra de su equipo, porque en tres minutos había perdido el balón tres veces, pero otros a favor, porque todo lo hace con verticalidad e instinto. En el minuto 4 abandonó la banda, limpió tres rivales y disparó cerca del palo, en el primer aviso. En el minuto 5, se giró entre líneas e hilvanó un pase letal a la ruptura de Enric Franquesa. El agujero entre los centrales del Castellón era tal que el control de Enric se fue largo, pero no importó: llegó antes que nadie y batió por bajo a Álvaro.

La pelota fue la unidad de medida del filial del Villarreal. Cuando se ordenó a través de ella, domó la presión del Castellón y generó siempre peligro. En el 16, tras otro baile que culminó en pase de Enric y remate alto de Rubén Mesa, o en el 32, en otro desborde de Enric que le costó la amarilla a Rubén García, y que provocó una falta que merodeó el gol en el doble disparo de Roger y Simón

Reacción

El Castellón de Escobar funcionó a sacudidas. Empezó con Verdú tirando centros desde su nueva posición de extremo (el mejor lo empaló desviado José Carlos con la diestra), y creció, en la paradoja, ayudado por la desgracia. En ataque se lesionó Máyor, y el sustituto Cubillas gobernó mejor su zona fijando a los centrales. Emergió entonces la figura salvaje de Hicham, un futbolista que ya ha encandilado a Castalia porque juega desde las entrañas. No había apenas tocado un balón hasta el minuto19: ahí hizo clic y fulminó al central Carlos Blanco para toda la noche. Le cobró una falta lateral, luego un casi penalti, luego un centro tenso que Cubi remató fuera, y por esa rendija al filial se le coló el Castellón entero.

Hicham coronó su impacto en el partido en el minuto 41, antes del descanso. Cubillas aseó una dejada en la frontal e Hicham soltó un latigazo de zurda, con un bote venenoso para Femenías. El Castellón entró en trance con el 1-1. El primer tiempo se cerró con un cabezazo de Gálvez que lamió el poste. La campana salvó al filial amarillo.

Se rearmó el Villarreal B, que volvió al verde con la lección aprendida: la pelota. Rubén Mesa enlazó un caño a Gálvez con un pase interior a Simón, que cayó derribado por Satrústegui cuando enfilaba portería. Quintillà no encontró puerta en la falta, pero la roja condicionó la segunda parte. El Castellón salvó el honor: retrasó líneas, secó el caudal «groguet» y casi cazó alguna a pelota parada (Verdú enroscó una falta fuera y Femenías tapó un tiro de Delgado). El filial dominó la medular, pero no cruzó la línea de la diferencia, lastrado por la nula puntería de Mesa. Tímido en la recta final, mirando a los ojos al rival, pero sin saber meterle mano.