A Fran Escribá le debe sonar de algo la dinámica que acumula el Villarreal en este arranque liguero. Los partidos que se complican, el gol que se resiste, el miedo escénico en el Estadio de la Cerámica. Todo culminado con los silbidos de la grada que ayer mostró abiertamente, por primera vez, su desencanto con Javi Calleja.

El Villarreal se marchó del derbi de las urgencias sin la victoria, ante un Valencia atenazado por las dudas que jugó más de media hora con uno menos por la rigurosa expulsión de Parejo. Pero esta circunstancia, en lugar de agigantar a los amarillos, les sumió en la indecisión ante un rival que gozó de sus mejores ocasiones en este tramo. Ni el arreón final, con el aliento de la grada como muleta, sirvió para conseguir el primer triunfo de la temporada en casa. Nadie pudo curar sus males y las heridas siguen abiertas, tras un derbi que no satisfizo a nadie.

Una insatisfacción generalizada que ya firmaron ambos equipos al llegar al descanso. Marcelino planteó su estrategia habitual. Con numerosos inventos en el once, como la dupla ofensiva formada por Mina y Gameiro o la apuesta por Ferran Torres, el equipo che apostó por posicionarse fuerte atrás y buscar el zarpazo, el momento propicio para atacar la yugular del contrincante y llevarse el botín.

En el lado local, la frustración ofensiva habitual. Calleja repitió con Funes Mori como mediocentro, confió en Layún para ser interior derecho y le otorgó a Bacca la confianza que el colombiano se ha ganado con sus goles. Pero si atrás Víctor Ruiz y Álvaro González supieron sujetar los intentos ofensivos del Valencia, delante nadie halló el camino hasta las redes de Neto.

Fue el Villarreal el que más lo intentó. Mario, poco después del cuarto de hora, disparó demasiado alto ante Neto, tras un pase de Gerard Moreno. Bacca gozó de la más clara, tras un pase de la muerte de Layún desde la izquierda, pero su disparo fue el mejor despeje. Y a cinco del final del primer tiempo, Álvaro González remató por encima del larguero un saque de falta templado por Layún.

Del lado visitante, exigua producción ofensiva. Ferran Torres fue el que más se acercó a la portería de Asenjo. Un centro de Cheryshev desde la izquierda, lo cazó el canterano en el otro lado, pero su envío se marchó fuera.

Los visitantes, con uno menos

La expulsión de Parejo, en el minuto 58, lo cambió todo. Una entrada demasiado arriesgada mandó al madrileño a la caseta. Pero el Villarreal, en lugar de cebarse co su presa, se perdió en la espesura. Descentró incluso más a los locales el concierto de viento que la afición dedicó al cambio de Fornals por Pedraza.

De hecho, Guedes y Cheryshev, con dos disparos desde la frontal del área, rondaron la tragedia para el Villarreal. Asenjo intervino en las dos ocasiones para evitar males mayores con dos paradas de mérito, sobre todo al portugués.

En el lado local, Bacca la tuvo en el minuto 65, tras un pase desde la línea de fondo de Gerard Moreno. Su disparo forzado lo detuvo Neto. Tampoco encontró portería un lanzamiento de Layún, a dieciséis para el final de la contienda, que salió demasiado alto.

Los últimos cinco minutos y el descuento se marcharon apelando a la heroica. En un recurso que amenaza con convertirse en clásico, el submarino trató de lograr el premio que no había merecido en los 85 minutos anteriores. Pero el equipo de Marcelino supo defender el fuerte y llevarse un punto que, si no cura los males, se puede considerar un pequeño bálsamo. Por su parte, en la ribera del Mijares, las dudas se acumulan y el recuerdo de Fran Escribá no aparece tan lejano.