Un cabezazo en el minuto 91 de Diego Godín, lesionado, literalmente cojo, desde mucho antes, situado de delantero centro, culminó una remontada imprevisible del Atlético de Madrid frente al Athletic, dos veces por delante en el marcador, mejor durante muchos tramos del choque, pero doblegado sin consuelo.

Una jugada de manual que el bloque bilbaíno ejecutó a la perfección, con el pase de De Marcos al desmarque de Susaeta por la banda derecha, a la espalda de Filipe, y con el centro al área de éste para la llegada de segunda línea de San José. Su remate con la diestra lo tocó Oblak, rebotó en el palo y lo empujó Williams. Era el 0-1 en el minuto 36.

Un impulso para el Athletic, tan necesitado de confianza; más que un aviso para el Atlético, en el que la reaparición de Diego Costa duró 45 minutos. Fue reemplazado al descanso por Vitolo. Después cambió a Montero. Entró Gelson Martins. Dos movimientos desde el banquillo para agitar un partido que era del Athletic, no sólo ya en el marcador, sino también sobre el terreno.

Si de pronto se había adelantado el Athletic en el primer tiempo, de pronto empató el Atlético, que no había probado a Iago Herrerín en una hora de partido hasta que logró el 1-1 con un tremendo y sorprendente derechazo desde lejos de Thomas Partey (m. 61). Y de pronto se repuso el equipo bilbaíno, con el 1-2 al contragolpe de Williams, inalcanzable para Godín desde el pase de Iker Muniaín.

Dos ráfagas en tres minutos que mantuvieron todo como estaba, con el Athletic por delante, con el Atlético a remolque, sin apenas oportunidades, con más empuje que fútbol del conjunto local mientras le aguardaba atrás su rival. Y con Rodrigo como inesperado goleador a diez minutos del final. El medio centro emergió entre varios rivales para cabecear el 2-2 en un córner lanzado por Thomas, en la segunda ocasión de todo el partido del Atlético, que no se quedó ahí, que rebuscó hasta que encontró el gol de Godín, cojo, de cabeza, anulado primero por fuera de juego.