Miguel Ángel vive en un piso autónomo de Cáritas. Es la última etapa para reconquistar la inserción social al final de varios años en la calle. Durante esa época oscura, una de las causas de mayor sufrimiento era ser invisible: «Nadie con quien hablar, nadie que me hiciera caso. En cambio -explica con manifiesto agradecimiento- cuando llegué a Cáritas me encontré con personas que escuchaban mis problemas. Es lo que más valoro».

El domingo próximo, 25 de noviembre, se celebra el Día de las personas sin hogar. Por este motivo ayer, jueves, se organizó un gesto público en Castelló. Se calcula que en España pueden haber unas 40.000 personas sin hogar. Minerva Saura, responsable del área de inclusión de Cáritas Diocesana, explica que en la Comunidad Valenciana no se han hecho estudios sobre este tema y que es muy difícil hacer una estadística porque son personas con una gran movilidad. Pero la gran dificultad es que la puerta para entrar en los datos y ayudas de la administración es el empadronamiento en los respectivos ayuntamientos.

Pero, ¿cómo hacerlo cuando no se tiene un domicilio fijo? Desde Cáritas se reclama que se apliquen las indicaciones del Instituto Nacional de Estadística a los Ayuntamientos para que se puedan empadronar personas que, aún sin domicilio, tienen un lugar de pernoctación estable, «aunque sea el tercer banco del parque», puntualiza Minerva Saura. En esos casos se asigna un domicilio «ficticio». De este modo no solo se podría acceder a la sanidad o diversos programas de inserción, sino que se daría visibilidad a este colectivo de personas que son invisibles para la sociedad.