El partido se escurría en Castalia con la burla habitual, pero a veces, en el fútbol y de repente, sucede. Simplemente sucede, es fútbol, no trates de entenderlo todo. Al borde del abismo, con las esquelas preparadas y con la grada a punto de ebullición, Cubillas se inventó un gol de la nada. El ariete albinegro anticipó a su marcador en un balón dividido por alto, alcanzó la línea de fondo y sirvió el pase de la muerte a la llegada de Kilian, sencillo, intuitivo y letal para firmar el 1-0 en el minuto 35. Ahí se abrió un nuevo mundo para el Castellón. De repente cada error se recibía con comprensión. De repente el Alcoyano empezó a fallar los pases que antes no fallaba. De repente los silbidos eran aplausos. De repente el Castellón llegó a un descanso sintiéndose por fin ganador. De repente salió de él y reincidió. De repente la que antes se iba a las nubes ahora encontraba la escuadra. De repente nadie fallaba un control, y si fallaba buscaba el siguiente. De repente se ganaban todos los duelos individuales. De repente estaban ‘súper’ físicamente. De repente todos parecían buenos. De repente un gol y otro gol, 3-0 y la primera victoria de la temporada, de repente, un suspiro de alivio feliz para el Club Deportivo, de momento y de repente.

De repente sucede: los mismos futbolistas que atravesaron un tormento en la primera media hora formaban piña para celebrar el triunfo con alegría incontenible. No fue un festejo cualquiera. Tampoco la ovación de la grada fue una ovación cualquiera.

Ahora es una anécdota lejana y difusa en la retina, pero el arranque fue de esos que piensas, sí, no me he equivocado de estadio, estamos en Castalia. El Castellón sacó de centro y cinco segundos después, visto y no visto, el delantero centro del Alcoyano estaba mano a mano con Álvaro Campos. El portero repelió de puños la volea centrada de Lino, que había tapado con su presión el intento de balón largo de Castells. No se sabe si por eso o porque no le daba al equipo para más, el Castellón cruzó un desierto durante la primera media hora. El Alcoyano se adueñó de la pelota, mascó con paciencia las jugadas y fue tejiendo y arañando llegadas.

De esas llegadas cobró faltas y córneres, principalmente. Navarro remató con el pie en área pequeña una falta lateral, en el minuto 13, fuera. Similar fue la de Primi en el 20, esta vez en un córner que nadie despejó. El murmullo crecía hasta la bronca en Castalia, con el equipo bloqueado, colista y escaso de plan. Por el camino se había lesionado además José Carlos, que fue relevado por Muguruza. José Carlos había sido de inicio el faro del único movimiento profundo. Sus pases de quaterback iluminaron las carreras al espacio de Hicham. La otra opción de ataque, la testa de Cubillas, terminaría siendo la mejor.

Los goles

Cubillas enseñó el camino. Alzó la bandera del liderazgo y el equipo le siguió. Lo hizo en el peor momento. El partido y quién sabe si la temporada viraron en el minuto 35. Cubi crujió al central, que dudó y lo pagó, y asistió a Kilian para el gol. Ya nada fue lo mismo. El Castellón se liberó.

Aún hubo algún susto en la reanudación, con una tijera de Lino que se marchó alta y provocó el ‘uy’ en la grada y un ‘árbitro la hora’ en tribuna de un señor mayor. Pero al minuto siguiente Muguruza acomodó el cuerpo, zumbó la pelota y la clavó en la escuadra, brindando por los nuevos tiempos con un golazo superior. Aún resonaban los ecos de la fiesta cuando Cubillas, atento en una falta lateral de Verdú, abrochó el tercero a medias con el central, el premio postrero para el superviviente Cubigol.

Quedaba media hora, pero el Alcoyano ya estaba K.O.