Parece inviable que se convoque dentro del año la Junta General de Accionistas de nuestra SAD. La ley obliga a hacerlo con un mes de antelación, y ya no salen las cuentas. Sin duda se nos llamará a andana, pero tarde y mal.

Tampoco vale el ridículo argumento de que no es la primera vez que los propietarios minoritarios sufrimos este accidente del calendario mercantil, si se me permite el eufemismo. Eso sí, cuando era el consejo de David Cruz quien incumplía dicha prerrogativa, igual de descarada e intencionadamente, le llovían las denuncias y las críticas, ora desde los medios de comunicación ora con la irrefrenable fuerza de las redes sociales.

Sin embargo, ahora que son otros quienes desprecian la legislación y a los propietarios minoritarios, adivino cierta condescendencia cuando sólo merece un breve en prensa escrita, unos segundos en radio y tele, o un silencio cómplice y agradecido desde esos púlpitos a los que se han aupado aquellos falsos profetas y gurús de todo a cien del albinegrismo, aunque no sea su pretendido protagonismo la tesis del silogismo planteado.

Y sigo con lo mío. Recuerden, si no, que cuando Cruz se reunía con chinos o americanos, era un vulgar comerciante de nuestros sentimientos sin representar a nadie. Sin embargo, damos por sentado que un día Garrido negociará y se irá, sin importarle en qué categoría nos deja, puede que lo haga antes de lo previsto, y no duden que no le faltará el homenaje de un par de estómagos agradecidos y aún pasará a la historia más por lo que quieren que sea que por lo que está siendo.

O cuando antaño se fichaba más jugadores de la cuenta de la agenda de Osuna, en tanto que representante de futbolistas y accionista del club, y nos llevábamos las manos a la cabeza y lloramos que el dinero de la comisión por el traspaso de Ulloa no se destinara a evitar el descenso administrativo. Por contra, no pasa nada por la procedencia de las contrataciones de Juan Guerrero. Ni por su origen ni por su rendimiento. Ponerlo en cuestión te convierte en enemigo de la causa, invirtiendo los papeles, en un curioso bumerang que se alimenta desde el club con artimañas como una salvación económica que ni está demostrada ni deviene garantía de nada, según reza cruelmente la clasificación.

Porque el Castellón se hunde sin remisión, apelando al apoyo de la afición porque criticar ahora está mal visto. Persiste la fantasiosa teoría de que hay más equipo de lo que sentencian los resultados. Y añado yo que igual también el entrenador es mejor de lo que aparenta pese a la falta de criterio en el juego o lo melindroso de sus tácticas. E insisto, qué más tiene que pasar para reconocer -y despedir por inútiles- que Juan Guerrero ha diseñado con el culo la plantilla y de que Guti no está capacitado para contradecirlo. Igual si mandara Osuna o Cruz nos sería más fácil.

Y concluyo con una tautología, de tanto como me repito, cuando Cruz ocultaba las condiciones de su acceso al control accionarial y la ausencia de soporte a las demandas contra los Osuna, Blasco y resto de la banda, todo el mundo clamaba al cielo ante lo que imaginábamos un pacto en el que se mercadeaba con nuestro Castellón a cambio de tapar los posibles delitos de unos y otros. Hoy, ni siquiera en el sancta sanctorum de una asamblea, o ante la reconocida asepsia del ayuntamiento, se ha ofrecido información del último traspaso de poderes, sin que haya merecido siquiera el cabreo de quienes han aportado algo más que pasión, dinero, en la ampliación de capital y en las campañas de abonos, sin reconocimiento alguno.

Como me fallan tanto los silogismos, habrá que rogar a un filósofo -el juez- que pida la documentación que nos están negando.