Con una sensación agridulce se despide el Villarreal de este 2018. Tras el marejada que supuso el despido de Fran Escribá el año anterior, el recurso de promocionar a Javi Calleja desde el filial logró los objetivos marcados. El equipo se clasificó otro año más para disputar la Europa League, a pesar de caer prematuramente en este torneo y en la Copa del Rey, y se armó en verano para un nuevo curso. El propósito era repetir de nuevo pelea por un puesto entre la aristocracia de la Liga.

Pero la realidad se ha ensombrecido, en la segunda mitad de este 2018. El equipo se ha enredado en los últimos puestos de la clasificación, incapaz de ganar dos partidos consecutivos desde que arrancó la actual temporada, y la confianza de la directiva en Javi Calleja tocó a su fin hace unas semanas tras la derrota en casa ante el Celta. El entrenador madrileño, apuesta de la directiva para guiar un proyecto a largo plazo, ha aguantado hasta que la situación se ha vuelto insostenible.

El sustituto de urgencia ha sido Luis García Plaza, ex del Levante y que pasó por el filial amarillo hace más de una década. De momento, ha asegurado el pase a los dieciseisavos de final de la Europa League con un triunfo ante el Spartak de Moscú. En Liga su estreno no fue tan satisfactorio. El Villarreal vio como el colista, el Huesca, le igualaba en el descuento y alimentaba los fantasmas del descenso.

Cuando menos se esperaba, la trayectoria del submarino en esta primera parte de la temporada ha revivido el descenso de la campaña 2011-2012. Con Miguel Ángel Lotina en el banquillo, y tras naufragar con Juan Carlos Garrido y José Francisco Molina, el equipo consumaba la pérdida de la categoría después de perder por 0-1 en casa ante el Atlético de Madrid. Escarmentado por este tropiezo inesperado, Fernando Roig, el presidente del Villarreal, ha reiterado en el tradicional brindis navideño que el objetivo es alcanzar cuanto antes los 42 puntos para asegurar la permanencia. Codearse con la aristocracia por un puesto europeo, de momento, deberá esperar.

Y eso que el equipo azulejero realizó el pasado verano uno de sus mayores desembolsos en el apartado de fichajes. Para dar un salto de calidad, el Villarreal repescó a Gerard Moreno del Espanyol y fichó al franco-camerunés Karl Toko Ekambi y a Carlos Bacca por más de 40 millones de euros. Además, reforzó su centro del campo con el argentino Santy Cáseres y completó la plantilla con las incorporación de Ramiro Funes Mori y Miguel Layún. Pero al equipo, del que se han marchado Castillejo, Rodri o Cheryshev, le ha faltado equilibrio y sólo la irrupción del canterano Samu Chukwueze la ha dado algo de alegría al equipo.

Por lo demás, se cierra también el año del culebrón Rubén Semedo. El portugués se pasó 142 días en la cárcel, en prisión preventiva, después de ser acusado de diversos delitos, entre ellos tentativa de homicidio. El central, que le costó 14 millones de euros al Villarreal, apenas disputó cinco encuentros con el conjunto castellonense. Cedido al Huesca desde el pasado verano, todo apunta a que regresará a la disciplina amarilla durante el mercado de invierno.