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Empate sin colmillo

El Villarreal iguala sin goles en el campo del Valladolid y seguirá otra jornada en puestos de descenso El portero Masip negó el gol a Ekambi y Pedraza en las mejores ocasiones El 'submarino' dominó durante varios tramos pero le faltó pegada

El Villarreal CF pasó por Zorrilla como pasa por el campeonato: esperando un golpe de efecto, esperando un truco de magia que no se da. Los de Calleja seguirán otra jornada en descenso tras empatar a cero con el Valladolid. Es el submarino un sí pero no, un equipo que insinúa con lo máximo y al final se encoge, que amaga con golpear pero no golpea, que de repente se desvanece en la oscuridad de cualquier noche.

En la de ayer, y en las que quedan, el Villarreal necesita valientes. El equipo necesita futbolistas que se rebelen contra la inercia de una temporada infernal. Porque por muchas vueltas que se le dé, por mucho baile de sistemas y entrenadores, el fútbol pertenece al final a los futbolistas. El Villarreal necesita futbolistas que justifiquen nombre y jerarquía, que quieran llamarse futbolistas, que se nieguen tan pronto a morir. Solo con un puñado de esos puede revertir la dinámica del pavor.

Porque salió el Valladolid en Zorrilla y pisó enseguida el acelerador. La línea ofensiva blanquivioleta activó el ventilador y nubló el rumbo del submarino durante el primer cuarto de hora. El Villarreal coqueteó con el naufragio en un arranque alarmante. Se libró del 1-0 porque tiene portero: Asenjo repelió en el minuto 1 un tiro de Hervías. Se libró porque sí, porque mira: Bonera sacó bajo palos un gol cantado de Nacho, tras error de medición de Álvaro. Y se libró porque el primer valiente está en la portería: Asenjo se jugó la cara a los pies de Sergi Guardiola en el minuto 12.

El plan de emboscadas del Valladolid crujió cuando tanta carrera, tanta descarga, empezó a pesar en las piernas. Comenzó a llegar tarde, dejó de robar alto y en consecuencia dejó de salir rápido. El Villarreal enlazó un par de posesiones largas y encontró más valientes. En el cuadradito de la tribuna alta: Cazorla acaparó juego, Pedraza corrió como si le persiguieran con una guadaña... y Ekambi mutó en flotador salvavidas.

Aferrado a las carreras de Ekambi tomó aire el Villarreal. En el 13 fue la primera: Pedraza para Ekambi y tapa el portero Masip. En el 27 la segunda: aventura de Ekambi y tiro romo de Fornals en posición franca. En el 28 la tercera: Ekambi empala fuera un centro de Miguelón. En el 36 la cuarta: enésimo acelerón de Ekambi y remate en escorzo de Gerard. Y en el 40 la quinta y la mejor del primer tiempo, un tiramisú: delicia de Gerard que prolonga Fornals y que Masip, tras el trallazo de Pedraza, desvía apurado.

Sin huella en el marcador

El rato bueno del Villarreal no dejó huella en el marcador. Es una tara que le lleva condenando muchos meses. Aún antes del descanso se pegó un par de tiros en el pie. Pese al regalo, no pasó del barullo ese intento postrero del Valladolid. El Villarreal le había pasado el miedo en el cuerpo, como quien pasa la peste en el patio del colegio.

La inercia del partido ya había cambiado. Se respiraba otro aire en Zorrilla. El Villarreal volcó el partido al campo contrario, en el segundo tiempo. Volvió a relamerse, sobando la manzana y salivando, pero sin atreverse a hincarle bocado. Merodeó el gol, creció Gerard, amasó a su alrededor un gran volumen de llegadas pero acabó muy pocas. Solo Ekambi exigió una parada de Masip, en una acción anulada por fuera de juego.

Con el partido en el alambre, los entrenadores movieron el banquillo. Ambos enviaron de entrada mensajes ambiciosos. Sergio afiló el lateral diestro con Antoñito y Calleja sentó a Fornals para meter a Bacca, tercer delantero. El canje le sentó mejor al Valladolid, que volvió a nivelar el pulso, con el Villarreal desprotegido en el medio. Pronto reculó Calleja relevando a Ekambi por Samu Chukwueze. Enseguida le cayó una lágrima: Samu recogió un despeje corto en la frontal y lo voleó con intención, rozando el palo. La respuesta local fue rápida: un chut de Verdi que botó picudo y complicó a Asenjo. La siguiente ronda de cambios ya tuvo otro barniz. Calleja cambió la línea de cuatro y Sergio metió músculo con Borja. El miedo a perder se impuso al deseo de victoria.

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