Apostando por la recuperación del patrimonio del cultivo de la vid para la producción del vino en la comarca del Alto Palancia, la cooperativa de Viver anda enfrascada estos días en un nuevo proyecto dentro de su sección vitivinícola con el que pretenden poner en valor y recuperar ciertas variedades de uva características de la zona, hoy por hoy, prácticamente extinguidas. Para ello, desde la oleícola viverense y con su enóloga Patricia Pellicer a la cabeza la entidad tiene previsto injertar en cepas de cara al próximo mes alrededor de mil sarmientos de tres variedades históricamente reconocidas: la Morenillo, la pampolat de Sagunt y la Mondragón. Tres variedades «con alta resistencia al oidio y un gran potencial enológico por descubrir» con el que la cooperativa pretende dar un paso más de cara a aumentar su producción vinícola buscando además una diferenciación en el mercado.

Tal como explicaba ayer Pellicer, «el proyecto pretende recuperar variedades que, por las referencias que hemos estudiado, ya aparecían en el siglo XVIII y con bastantes posibilidades de que, por la zona, puedan salir adelante». Aún así, desde la entidad afrontan esta iniciativa con la incertidumbre de si finalmente las cepas funcionarán de cara a poder obtener unos resultados satisfactorios para la producción de vino, «ya que por ejemplo en el caso de la pampolat va a ser algo muy nuevo» y con la ilusión de ir más allá con la recuperación del rico patrimonio vinícola de la comarca del Palancia que, aunque con gran tradición en la cultura del cultivo de vid, en el siglo XX, quedó prácticamente arrasado por la filoxera.

Así las cosas, explica la enóloga «tras documentarnos y ver que las tres variedades tienen como origen y zona de cultivo el Levante, desde Alicante, hasta Cataluña, a través del Ivia (Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias) y su campo de ensayo, se recuperaron estas variedades con las cepas aisladas para hacer un cultivo invitro libre de virus». A partir de aquí, la pasada semana la cooperativa se hizo con un millar de yemas de las distintas variedades en sus distintas parcelas de Jérica, Segorbe y Viver que, entre marzo y abril, serán injertadas para comenzar la experimentación, «ver cómo vegetan, si evolucionan o si finalmente no salen adelante».

Las variedades que se van a cultivar la Pampolat, «ya citada en el siglo XVIII como variedad tinta cultivada en las provincias de València, Castelló y Baleares, de brotación media y baya de tamaño mediano»; la Morenillo, «extendida por Levante y Cataluña cuyos racimos pequeños prometen vinos suaves y elegantes y ya está dentro de la DO Terra Alta ya permitida» y la mondragón, emparentada con la Monastrell, y «solo citada en la provincia de Castelló, en la comarca del Alto Palancia en Altura».

Pellicer se mostraba esperanzada en que el proyecto salga adelante ya que, por las características de la zona del Alto Palancia, «por altitud y clima nos permite jugar con el cultivo de variedades foráneas y autóctonas». Actualmente, los vinos de la Cooperativa de Viver cuentan con uva de tempranillo como base y otras como cabernet sauvignon, syrah, merlot y mosastrell para sus tintos y con chardonnay y macabeo, para el blanco.