Nadie lo habría imaginado en agosto, cuando la temporada se estrenaba, pero ahora cualquier aficionado del Villarreal se cambiaría encantado por el Alavés. Los silbidos de impotencia que recibió el equipo amarillo en la recta final demuestran la envidia que se siente ante el equipo vitoriano. Los de Abelardo, con un par de directos en la mandíbula, tumbaron a un submarino que desaprovecha otra ocasión de escapar de los puestos de descenso. Disparados en las alturas, los blanquiazules son el reflejo de lo que querría ser el conjunto de Javi Calleja. Pero la realidad es que el equipo de la Plana pena por el inframundo y que su atisbo de reacción, tras esta segunda derrota consecutiva, se esfuma.

El tiempo para resucitar se acaba, pero la anhelada racha positiva. Además, el Alavés necesitó bien poco para doblegar a los amarillos. Es cierto de los vascos no son brillantes, tampoco son una máquina de generar ocasiones, pero ya suman 40 puntos esta campaña y son cuartos. Algo harán bien, y eso podría ser exprimir al máximo sus oportunidades.

Primero fue Maripán que, en el minuto 54, aprovechaba un error, otra más, de Funes Mori en la marca. Un saque de esquina de Jony lo convirtió el central con su remate en el 0-1. Y aunque empató Cazorla de penalti sólo siete minutos más tarde, el conjunto visitante aprovechó la desesperación para conseguir el segundo. Era el minuto 78 cuando armó una contra que le llegó a Jony. El asturiano sentó a Mario para apurar línea de fondo. Su centro, casi sin querer hacerlo, lo convirtió en gol el japonés Inui.

Un desenlace trágico para una historia que había arrancado con grandes esperanzas. Como anfitrión, el encargado de soportar el peso del partido en el primer tiempo fue el submarino. Con Morlanes como guía junto a Iborra, ante la plaga de lesiones y sanciones en la medular, los hombres de Javi Calleja asumieron la responsabilidad y se creyeron que estaban ante un contrincante dócil, fácil de controlar. Apenas sufrió el equipo en ese tiempo que, movido como casi siempre al son de Cazorla, acechaba el área de Pacheco. El problema es que era incapaz de encontrar ese último pase que quebrara el muro de contención visitante.

Pero no es sencillo superar a valladares como Vigaray, Laguardia, Maripán y Rubén Duarte. Pedraza fue incapaz de encontrar la manera de superar a Vigaray y Mario, en la banda opuesta, tuvo que utilizar las opciones más atrevidas de su repertorio para deshacerse de Duarte en alguna ocasión.

El Alavés es de pierna fuerte y de dientes apretados. Ante la imposibilidad de encontrar una contra que desnudara al Villarreal, apostaba por evitar riesgos atrás. Hubo que esperar al minuto 23 para que Bacca, con un disparo desde la frontal del área que se marchó por encima del travesaño, pusiera algún uy en la grada.

Superada la media hora, el Villarreal dio un paso adelante y pisó con mayor asiduidad el área rival. Laguardia evitó que Bacca embocara un centro de Ekambi desde la derecha y uno más tarde, en el 33, un pase desde la izquierda de Cazorla terminó en un disparo desviado de Iborra desde la frontal. El único lanzamiento a puerta fue de Cazorla, en el minuto 35. Finalizó desde la frontal una internada por la banda de Ekambi, pero la jugada languideció en los guantes de Pacheco.

Los errores se pagan

En una situación tan límite como la que afronta el Villarreal, cada error se paga. En la salida del segundo tiempo, el Alavés dio un paso adelante que facilitó que Maripán abriera el marcador antes del minuto 10 del segundo acto. Pero los locales no descompusieron. Con la guía de Cazorla, el alma de un equipo que parece haber perdido la virtud, forzó un penalti que igualaba la contienda. Un balón colgado, que no acertó a rematar bien Bacca ni a atajar Pacheco, terminó por rebotar en el brazo extendido de Manu García. VAR mediante, la jugada terminó con disparo desde el punto de castigo que acertó a anotar el asturiano, engañando al guardameta del equipo vitoriano.

Era el momento del cara o cruz. O el Villarreal coronaba la remontada o se caía con todo el equipo. No podía haber término medio. Salió Gerard para encastillar al Alavés, pero los de Abelardo gozaron con los espacios que dejaba el submarino para las contras. Antes del tanto de Inui, ya avisó Vigaray con un túnel a Funes Mori, pero su pase al corazón del área pequeña no encontró rematador.

Ya a la desesperada, el conjunto de Javi Calleja no encontró la recompensa de la Fortuna. Incluso pudo sentenciar Burgui con otra contra, pero su disparo ante Asenjo se fue demasiado cruzado. Y Gerard, a cinco del final, no acertó a rematar un centro de Mario ante un Pacheco vendido. Las sonrisas de las últimas semanas se vuelven a helar y el miedo atenaza de nuevo a los amarillos.