He perdido la cuenta de las convocatorias electorales que coinciden con las fiestas de mi pueblo, y por mucho que se hable de las votaciones como la gran fiesta de la democracia no negaré yo que la puta agenda jode. No imagino qué pasaría si se solapara la llamada de las urnas con un encierro en San Fermín o si la gente dejaría de acudir a las casetas del recinto ferial de Sevilla por culpa de ir a votar, pero en Almassora ya ni nos inmutamos, más allá de algún despistado que acude al colegio electoral con el traje de la peña y sin acostarse.

Hubo un año que las fiestas en honor de Santa Quitèria concluyeron un miércoles para evitar su malévola influencia sobre el escrutinio del domingo siguiente. Afortunadamente, dentro de la miserable coincidencia, desde hace un tiempo ya sólo se pierde la última jornada festiva, que tantas veces ya dedicamos al reparador sofá y a manosear el mando a distancia.

En realidad, en Almassora la fiesta de la democracia siempre fueron los mítines. De ello se encargaba el recordado Vicente Vilar Morellá premiándonos con pilotes de frare por aguantar sus arengas, huelga decir el resultado de tan dulce poder de convocatoria. Él mismo las repartía advirtiendo a la concurrencia que eran les pilotes del Fabero, reivindicando con orgullo el apodo familiar . Y el truco funcionaba, pues que ganó en cinco ocasiones consecutivas.

Tampoco se trata de ponerse nostálgicos, pero frente a las críticas a nuestro incipiente modelo democrático, la llamada Transición, vale la pena poner en valor el trabajo y las confluencias erigidas incluso desde la discrepancia. Tiene que fallecer gente como Alfredo Pérez Rubalcaba para que se reconozca su capacidad, como la de tantos otros de su época que no hallan un espejo entre la casta política actual, tan mollar, tan previsible.

Lógico que proliferen populismos y crezca el temor al absentismo, al socaire de ese sopor, de la ausencia de valores que convierte las votaciones en una rutina en el mejor de los casos.

Lo único que no ha cambiado son las sesgadas interpretaciones del día después. Imaginación al poder. Nunca me salen las cuentas. Les oyes analizar los resultados y todos han ganado, con lo que la suma de concejales -o diputados, da lo mismo cuando el recurso justificativo deviene idéntico- resulta superior a los elegidos. Eso sí que es una fiesta.