Los cazadores están revolucionados y Silla es su cuartel general. De hecho, desde el sábado, día de la primera tirada a las aves acuáticas, la localidad se ha convertido en un hervidero de incriminaciones veladas, aventuradas teorías y acusaciones cruzadas que han llegado, incluso, a estamparse en un par de pancartas que alguien ha colgado en el parque de l'Estació, junto a las vías del tren, para que todo el mundo las vea.

En los anónimos carteles se habla de "estafa" en el Vedat de Silla y se tilda a varios empleados municipales, sobre todo al responsable del servicio, de "ladrones". Pero, ¿có?mo y por qué se ha llegado a esta situación? El origen está en la primera tirada del sábado, un acontecimiento ampliamente esperado por todos los aficionados a la cinegética en el que, además, han invertido mucho dinero. La importancia de esa primera jornada de caza radica en la gran cantidad de piezas que suelen cobrarse -lo habitual es pasar del centenar- frente al resto de días, puesto que, conforme avanzan las tiradas, los ánades cada vez se vuelven más desconfiados y, por tanto, es más difícil matarlos. Sin embargo, este año esa primera tirada ha sido "un auténtico desastre", según el presidente de la Federación Valenciana de Caza, Juan Quiles, que estuvo presente en Silla. "Cuando tiraron el cohete que abría la cacería -describe José Luis López, un aficionado-, no salió ni un pato del coto; y eso no es normal". De hecho, Salvador Barberá asegura que la situación del sábado fue "insólita, lo nunca visto en 40 años", sobre todo porque "la víspera no cabía más caza en el coto", según el jefe de los guardas, José María Ríos.

El motivo que llevó a las aves a permanecer en l'Albufera, adonde habían volado horas antes, asustadas con la llegada de los primeros cazadores a eso de las cuatro de la madrugada, es algo desconocido por ahora, aunque en muchos casos ha servido para dividir y sembrar las sospechas entre los aficionados a la cinegética. Unos aventuran que "alguien entró de noche y espantó a los animales para llevarlos hacia unos puestos determinados", otros hablan de la posibilidad de que alguien instalase ahuyentadores de radiofrecuencia, y los menos apuestan por la combinación de diversos elementos naturales -falta de viento, sol, días previos de poniente, etc- como desencadenante de la ausencia de patos en el coto.

Ésa es, precisamente, la opinión de José María Ríos y de Juan Quiles. "Antes de la primera tirada hubo ocho días de viento de poniente bastante fuerte, y el sábado salió un día soleado de calma chicha", así que los ánades "se quedaron tranquilamente tomando el sol en el lago de l'Albufera (donde está prohibido cazarlos) en lugar de buscar refugio en el coto", según Quiles.