La playa de Sant Antoni de Cullera se convierte cada mañana, durante los meses de julio y agosto, en un particular circuito urbano de Fórmula 1, donde todos los bañistas, preparados con sus sombrillas y hamacas, esperan el pistoletazo de salida para conseguir la "pole position", es decir la primera línea de playa.

Todavía el reloj no marca ni las 7 de la mañana y el sol apenas despunta cuando varios grupos de hombres y mujeres aguardan a que las máquinas de limpieza finalicen su trabajo y así poder acceder a la playa. No obstante, el Ayuntamiento de Cullera tiene tajantemente prohibida la entrada antes de las 7.30 de la mañana para evitar cualquier tipo de altercado. Sin embargo hay turistas ansiosos que ya cogen turno desde bien temprano.

Como Carmen, vecina de Algemesí, de 58 años, que lleva toda la vida participando en esta carrera por la mejor ubicación. "Yo miro desde el balcón de mi apartamento y cuando veo que va viniendo la gente, pues bajo yo también, siempre suelo ser de las primeras", afirma la algemesinense. Una vez las máquinas se retiran de la playa y dan luz verde a la entrada de los bañistas, estos protagonizan una carrera de sombrillas y hamacas, como si de un "gran premio" se tratara, para llegar antes que el resto de competidores y colocar su parasol a primera línea de mar.

La mayoría de los turistas quieren reservar sitio en primera línea de mar para que luego los nietos disfruten de la playa y puedan vigilarlos mejor. Juan es un buen ejemplo de ello. Este vecino de Cullera, que asegura llevar "compitiendo" en esta peculiar carrera desde hace más de 50 años no se pierde ni un solo día. "Bajo todos los días a las 7.30 de la mañana para pillarles el sitio a mis hijos que más tarde bajarán a nadar al mar con mis nietos". Palmira Alapont, vecina de Valencia, con residencia de verano en Cullera también es de las que baja bien pronto, "sobre las 7.45 de la mañana suelo bajar todos los días, coloco la sombrilla y las sillitas para mis nietos a orillas del mar porque así puedo vigilarlos mejor, ya que si bajo más tarde me quedo sin hueco". "Es verdad que hasta las 7.45 de la mañana teóricamente no se puede entrar en la playa, pero siempre hay algún espabilado que entra primero y el resto pues vamos detrás, no sea cosa que nos quite nuestro sitio", concluye Palmira.

Sin embargo, los hay quienes aprovechan el madrugón para tomar el fresco y caminar por la playa, como es el caso de Concha. Esta vecina de Carlet, además de colocar la sombrilla aprovecha el madrugón para dar un paseo: "Vengo todos los días alrededor de las 8 de la mañana porque si bajas más tarde ya te quedas sin sitio y de paso que me pego el madrugón para colocar las sillas y la sombrilla para mis amigas y yo pues aprovecho para caminar un rato y ya después de desayunar sobre las 11 de la mañana aproximadamente vuelvo a tomar el sol", dice la mujer.

Los hay hasta competitivos, como José Manuel, vecino de Donosti, que asegura que hoy su vecina le ha ganado y le ha quitado el sitio pero que mañana él buscará la revancha. "Hoy he bajado un pelín tarde, sobre las 8 y mi vecina me ha quitado el sitio, pero mañana se lo quitaré yo a ella", dice entre risas. "Esto es una locura, yo llevo ocho años veraneando en Cullera y cada día la gente baja más pronto, yo entiendo que la playa es de todos y están en todo su derecho de madrugar y venir en carrera".

"Si no madrugas,

te quedas sin sitio"

La carrera de hamacas y sombrillas ha terminado por convertirse en toda una tradición tanto para los turistas que eligen Cullera para pasar sus vacaciones de verano como para los que residen en este destino playero durante todo el año, como por ejemplo Vicent Gomis. Este cullerense de 60 años considera, por una parte, "excesiva" la costumbre de hacer guardia desde las 7 de la mañana a que la playa "abra al público". Pero por otra parte lo ve provechoso ya que "puedes hacer otras cosas por la mañana". "Fastidia madrugar ya que se supone que el verano es para descansar, pero si bajas a la playa sobre las 10 de la mañana, la primera línea de mar está tan llena que no cabe ni un alfiler y nos toca madrugar". P. PINTOR CULLERA