Quizá, el "mestizaje intenso" entre occitanos y valencianos ha hecho que la huella de aquellos sea menos notable y conocida que la musulmana, a pesar de ser más reciente. Pero la hay y en el caso de la comarca de l'Horta se puede rastrear en muchos apellidos de origen francés que ahora abundan en padrones municipales igual que antes copaban los "llibres d'aveïnament". Martinis enumera unos cuantos: Albiach, Lliso, Bailach, Chinillach, Laborda o Laborde, Bordonau, Tronch o Tronc, Sales, Carsí, Peset, Arnal, Soler, Ricard, Ricart (y Richart), Nogués, Bau, Cassanya, Casans, Cros, Beguer, Casanova, Sanz, Sanmartin, Prats, Camps, Casaus, Nogués, Claramunt, Forcada, Fuset, Regi...

Entre ellos, Martinis destaca dos apellidos: Subies y Panach, pertenecientes a sendas sagas horchateras de l'Horta Nord. "Cabe recordar que la horchata, que debería escribirse en valenciano orjata, proviene de la orgeat típica de aquella zona".En l'Horta perviven dichos y expresiones con aroma francés. El "Ai, el meu pitxon", con el que muchos habitantes de la comarca aún se refieren a los más pequeños, tendría mucho que ver con la palabra nordoccitana "pichon", que significa "pequeño". E incluso el "crompar" en vez de "comprar", no sería tanto un error de pronunciación sino una herencia provenzal. "Lo crompar ensenha a vendre", se dice aún por allí. En toponimia la huella es más difícil, aunque Martinis recuerda que en plena huerta de Benifaraig existe una "casa del Gavatxo", y en Alfara la famosa "casa de la Serena" se llamaría así porque ese es el nombre que recibe en occitano el ser mitológico que decora su escudo.