Hace aproximadamente una década la Cooperativa Agrícola de Alginet (Coagri) abrió una sección dedicada a las plantas ornamentales. Muchos agricultores se decidieron por las palmeras, que tenían un buen precio en el mercado al calor de la construcción. Se plantaron unas 600 hanegadas de cuatro variedades diferentes y la cooperativa impulsó su cultivo.

Sin embargo, la demanda se ha agotado por completo y hoy la salida al mercado de las palmeras es prácticamente imposisble, según las fuentes. Es por ello que ahora muchos de quienes plantaron este cultivo en aquel momento han comenzado a arrancarlo.

El concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alginet, Antoni Lozano, aseguró ayer que incluso las palmeras que se plantarán en el Hort de Caramanxel, cuya primera fase promueve el ayuntamiento, «serán regaladas». «El gasto que vamos a tener es el de la mano de obra porque eso es lo que buscamos multiplicar cada euro», dijo ayer Lozano, que impulsó durante su paso por las Corts la ley de árboles monumentales.

Cambio de tendencia

Pero el cambio de tendencia que se ha producido con el cultivo de la palmera en Alginet, al que se suma la crisis del picudo, obliga ahora a arrancar árboles que ya miden varios metros porque los plantaron hace años. Aquellos que pueden resistir porque tienen plantaciones de otros productos dejan que los árboles crezcan por si en el futuro encuentran demanda, pero son muchos los agricultores que deciden arrancarlas porque se hacen demasiado grandes.

Los labradores optan por la granada tras la mala campaña citrícola

Más de 150 agricultores asistieron el miércoles a la charla sobre el cultivo del granado organizada por La Unió de Llauradors en el Ayuntamiento de Alberic. La desesperación ante una pésima campaña citrícola y la preocupación por el elevado nivel de plantación de caquis hizo que la respuesta de los labradores a la convocatoria fuera masiva. También el interés demostrado por los participantes fue alto. El ponente era Santiago Pascual, representante de La Unió en Elx, donde este cultivo está implantado con fuerza desde hace años y está ofreciendo magníficos resultados y donde están peleando por conseguir la denominación de origen para su granada, de variedad mollar, una fruta dulce y de grano suave muy apreciada por los consumidores, la misma variedad que se cultiva de forma anecdótica en la Ribera. Preguntas acerca de la floración del precio, de las necesidades de agua o de las enfermedades del arbusto coronaron la charla, en la que Pascual se dedicó a exponer los pros y los contras de este cultivo, aún minoritario en España. Como ventajas, su rentabilidad: se paga a entre 45 y 60 céntimos en el campo, frente a los 10 céntimos pagados este año por algunas variedades de cítricos.