Si usted es de Xàtiva se sentirá de la Costera, si vive en Morella creerá pertenecer a els Ports, y si es de Orihuela pensará que habita el Baix Segura. Pero esa construcción comarcal es ficticia, es pura entelequia sentimental. Porque en ningún documento oficial existen las comarcas valencianas. Ahora se cumplen treinta años del Estatut d’Autonomia que establecía en su artículo 46 que «una ley de las Corts Valencianes [...] determinará la división comarcal». Y así continuamos tres décadas después: esperando la Ley de Comarcalización, un clásico de las promesas incumplidas que ahora vuelve a escena de la mano de Esquerra Unida, que va a presentar mociones en los ayuntamientos de la Comunitat Valenciana para reclamar una Ley de Comarcalización «que descentralice realmente la toma de decisiones y la administración de recursos».

Es el enésimo intento para impulsar un proyecto que naufragó en los años ochenta. Después de que en la Segunda República (1933) se presentara la primera propuesta de división comarcal, firmada por Felipe Mateu i Llopis, a partir de los años sesenta empezaron a proliferar distintas opciones de división comarcal del territorio valenciano (elaboradas por Vicenç M. Rosselló o Sanchis Guarner) que hallarían su momento álgido en la Transición.

Entonces, en 1982, el Consell del PSPV creó una comisión de expertos en comarcalización con voluntad de impulsar la ley. Pero la iniciativa naufragó y sólo salió adelante una tímida propuesta de Demarcacions Territorials Homologades, que venían a coincidir con la división de 32 comarcas diseñada en 1970 por Joan Soler i Riber. Pero el proyecto no mentaba ni una sola vez la palabra «comarca» ni iba acompañado de disposición legal que diera contenido político a esa propuesta.

Aquello fue una decepción para Vicent Soler, entonces conseller de Administración Pública del PSPV y hoy catedrático de Economía Aplicada y decano de la Facultat de Economia de la Universitat de València, que fue el gran impulsor de la ley de comarcas que no pudo ser materializada. Él explica ahora la razón de fondo de aquel fracaso tan a su pesar: «Hay un pánico de las capitales provinciales, sobre todo de Alicante, a perder su rango administrativo. Son más de 150 años de provincias y las comarcas pueden suponerles un desafío».

«En el PSPV —prosigue Soler—, y eso lo viví yo como conseller, hay una gran oposición interna a las comarcas en Alicante por miedo a perder la capitalidad provincial, cuando en realidad Alicante saldría muy potenciada con un mapa territorial que primara las ciudades medias porque tiene Dénia, Xàbia, Alcoi, Benidorm, Elx, Elda, Oriola, la Vila Joiosa… Por su parte, la derecha valenciana se opone sistemáticamente a romper la concepción centralista de España que representa la propia provincia y nunca se ha creído las comarcas», resume.

Si las posturas siguen así de enrocadas, será imposible sacar adelante una ley de comarcalización que requiere una mayoría de dos tercios en las Corts.

Comarcas y «governacions»

La propuesta de Vicent Soler para una ley de comarcas va más allá de la cuestión simbólica e identitaria. «Podrían haber 32 comarcas de referencia, simbólicas, pero la alternativa política, la herramienta administrativa desde la que explotar el territorio y hacer más eficiente la gestión de los recursos podría reducirse a 12 ó 13 governacions, como se decía en la Edad Media», añade.

En realidad, como explica el decano de Economía, algunas divisiones territoriales ya existen en la práctica: hay un mapa judicial dividido en partidos judiciales, unas demarcaciones sanitarias, un mapa escolar que toma como base las comarcas fantasma, «pero al no haber un consenso sobre el mapa territorial, cada servicio tiene su propio mapa y eso acaba dando como resultado una selva de mapas que deberían ordenarse y racionalizarse», advierte.

Soler recalca la esencia de su defensa comarcalizadora: «La provincia no logra solucionar la heterogeneidad que tiene en su interior y no es una buena unidad administrativa para gestionar lo diferente, y hay muchas diferencias dentro de una provincia: no es lo mismo la Safor que el Racó d’Ademús; ni els Ports que l’Alt Palància; o l’Alcoià y la Vega Baja», subraya.

J. V. Boira: repensar el modelo

Precisamente en el análisis del territorio y en sus necesidades se halla la respuesta de la división territorial, señala Josep Vicent Boira, geógrafo y profesor de la Universitat de València preocupado por la cuestión comarcal.

«Tradicionalmente, dividíamos el territorio y luego veíamos qué queríamos hacer con él. Ahora, la pregunta ha de ser a la inversa: qué queremos hacer con el territorio y, en función de eso, después lo dividiremos. Éste sería el camino más apropiado», subraya Boira. A su juicio, «542 municipios y tres provincias, como tiene hoy la Comunitat Valenciana, no son hoy los mejores instrumentos para afrontar los retos planteados».

Sobre las propuestas de división comarcal lanza otra reflexión interesante: «La aceleración del tiempo hace que necesitemos estructuras mucho más ágiles que las que hemos heredado del Estado liberal del siglo XIX. Pero es posible que las propuestas comarcalizadoras de los años 60 tampoco sean las adecuadas para los nuevos retos. Por eso, tal vez las 32 comarcas no sean la solución ideal para afrontar los nuevos retos». Hay que actuar con «agilidad, flexibilidad y sensibilidad», porque «el territorio está lleno de sentimientos». Unos sentimientos que, en la vertiente comarcal, todavía no han recogido las leyes de la Generalitat 30 años después.

Con origen en los «quarters» medievales

El más antiguo precedente histórico de división comarcal valenciana, según el estudioso Joan Carles Membrano, se remonta a 1404 bajo la forma de los «quarters» o distritos de recaudación del impuesto conocido como «tall de drap». Los «quarters», que llevaban el nombre de su capital, eran 26 y coincidían aproximadamente con las actuales comarcas. Tras la Guerra de Sucesión, el territorio fue dividido en 13 gobernaciones. La actual división en tres provincias (es la tercera división borbónica, pues llegó a existir durante once años la provincia de Xàtiva) tiene su origen en 1833. p. cerdà valencia