La obtención de una nueva variedad comporta un largo proceso de unos catorce años antes de que la semilla esté a disposición del agricultor. Tras el procedimiento de cruces artificiales, en función de lo que se pretende obtener, se estudian las posibles variedades que puedan aportar las características deseadas.

Durante los siete años siguientes se lleva a cabo un seguimiento exhaustivo de las características de las plantas. Luego las plantas que han superado el proceso de selección se pueden cultivar en un campo normal para estudiar su comportamiento en condiciones similares a las utilizadas por el agricultor. También deben superar pruebas de cultivo en las cinco zonas arroceras españolas (Andalucía, Aragón, Extremadura, Tarragona y Valencia) para comprobar su distinguibilidad, homegeneidad, estabilidad y comportamiento agronómico.

Una vez registrada la nueva simiente, las empresas productoras de semillas necesitarán alrededor de tres años hasta que logren disponer de la suficiente cantidad para suministrarla al agricultor.