El hospital de Dénia envía a casa a medianoche a un recién operado de un tumor por falta de camas
El paciente tenía molestias y problemas para eliminar la anestesia y pidió sin éxito que esa noche lo ingresaran
a. p. f. | dénia
El hospital comarcal de Dénia, que gestiona Marina Salud, funciona con lo justo. De ahí que cuando hay un imprevisto surjan problemas que se convierten en una montaña. Así opina Iván Martín de Vidales i Ortiz, un vecino de La Vall de Laguar, que hace unos días fue intervenido en el hospital para extirparle un tumor de un testículo. Iván sabía que si todo iba bien regresaría a casa tras la operación. Y no tenía ninguna queja del hospital. Al contrario. Tras el diagnóstico, lo citaron con rapidez para pasar por quirófano. Pero, al despertar de la intervención, las cosas empezaron a torcerse.
A Iván le costaba orinar para eliminar la anestesia. Además sentía molestias. Despertó alrededor de las 18.30 horas en la Urpa, que es la sala de reanimación a la que se traslada a los pacientes tras operarlos. Luego lo llevaron a otra sala donde sus familiares ya pudieron verlo. Iván notaba dolor, pero allí no le daban calmantes. Ni siquiera un nolotil. Sus familiares tuvieron que ir a toda prisa a una farmacia de guardia a comprar medicamentos.
Mientras, las horas pasaban. Iván seguía sin eliminar la anestesia. La sala donde estaba la cerraron y lo llevaron de nuevo a la Urpa, que, a su vez, cerraba a medianoche.
"Eran ya las 11 de la noche y pedí que me ingresaran", recuerda. Marcharse a casa suponía recorrer casi 24 kilómetros, que es la distancia desde el hospital a la Vall de Laguar, por una carretera repleta de curvas. "La enfermera llamó por teléfono y luego nos dijo que no podían ingresarme porque no había camas. Dijo que el hospital estaba lleno y que incluso había 15 personas en urgencias que estaban esperando para subir a una habitación". Iván precisa que luego supo que el hospital había cerrado camas.
"Mi impresión es que cuando ocurre una eventualidad en el hospital fallan las cosas. Para los profesionales, que hacen todo lo que está en su mano, es un quiero y no puedo", explica este paciente que, por fin, pudo orinar pasadas las 23.30 horas. El hospital no lo ingresó y, junto a su compañera, tuvo que marcharse a medianoche del centro sanitario.
"Te sentías como en una película de terror. A esas horas, el interior del hospital está a oscuras. Hay muy poca iluminación", recuerda.
Iván presentó días después una reclamación. Pide que se dé uso a las camas que ahora están cerradas y que, si a otro paciente le ocurre lo mismo que a él, pueda ser ingresado.
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