Sobrecoge pisar Lliria, -en valenciano histórico Liria, pero la L se pronuncia LL- es Edeta, pero los lingüistas la han rebautizado escribiendo la L inicial como se pronuncia en valenciano, con Ll. En periodismo siempre a los noveles he dicho que uno levanta una piedra y encuentra una noticia. En Lliria hay miedo a hacer obras, porque al excavar surgen apretados mil vestigios de la historia. Es el solar de la cultura valenciana, de la lengua y cultura ibéricas, el primer poso de lo que hoy tenemos en nuestras tierras de vida como pueblo los valencianos, el vino madre.

Entre los restos de cerámica ibérica hallada aquí, en el antiguo oppidum ibericum, hoy Tossal de sant Miquel, aparecen pintados músicos. Lo llevan los llirianos en su adn histórico, de ahí que la hayan intitulado Ciudad de la Música. Años ha escribí sobre ello, la manía de Jaume Coronel de haber visto a dos ángeles depositando aquí la mejor música del mundo, Dios creó el mundo y puso en Lliria la Ciudad de la Música, con su Unión y Primitiva.

Bajo del antiguo trenet y me voy directo a san Miguel. Mi madre, de pequeño gustaba de venir aquí y me traía detrás. No hace falta preguntar, está en lo alto de un empinado cerro al que se sube por una larga calle moruna, la de san Miguel. Es mediodía y el voluntarioso guardés, Amadeo Civera, permanece vigilante y cuida del popular San Miguel y su Monasterio, antiguo beaterio del siglo XV, hoy sin monjas. No quiere que San Miguel esté sólo. Se está cayendo a trozos, necesita una buena restauración y que vuelvan a ocuparlo religiosas que lo cuiden. Raro tanto abandono en un pueblo que tanto le quiere.

Son las doce del mediodía cuando termino la empinada cuesta con un sol de justicia y a pie, quería recordar las subidas de mi niñez. Suenan las campanas del Angelus. Desde lo alto uno comprende porque se puso allí el punto de mando edetano. Se avista todo el inmenso Golfo de Valencia. Bajo, cruzo el Raval y me topo por entre callejuelas con una preciosidad: L´Almodí. Un bellísimo edificio medieval que ha sido de todo, hasta cárcel. Perfectamente restaurado con mucha luz y dentro la Biblioteca Municipal. Un lugar inmenso, acogedor.

En el llano busco el antiguo Convent del Remey, donde está el asilo de ancianos de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados un oasis de humanidad en la vejez. Veo a la Virgen del Remedio, de gran devoción en el pueblo, y pasó a contemplar el claustro gótico, donde nació la Música Nueva, hoy Unión Musical.

Hay tantas cosas que ver en Lliria, imposible de acudir a ellas en una jornada. Tienen aquí la Iglesia cristiana más primitiva de la región, la de Santa María o de la Sang, con una riquísima historia, colocada sobre otro cerro que mira por frente al de Sant Miquel. Dentro una hermosa talla de Cristo. Ambas imágenes como protegiendo por ambos flancos el pueblo.

Hermosa fachada de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, panteón de los famosos Duques de Liria. Un buen programa de legionario permite conocer y recorrer en un solo día todo lo que de interés hay en Lliria, pero mejor hacerlo por parte y en diferentes visitas dure lo que dure el programa. Junto a la Iglesia, el palacio del Duque de Lliria, hoy dedicada a funciones municipales.

En la ruta hacia la fuente y ermita de san Vicente Ferrer, la del milagro, la sorpresa de las Termas Romanas de Mura en las afueras del pueblo, las termas más grandes de la Hispania Romana, que servían a su vez de santuario homenaje a sus divinidades.

Una delicia callejear, pasear, por esta villa tejida por un entramado urbano morisco en lo habitacional, asentado capa sobre capa, ibera, romana, muy romana, musulmana, cristiana,€ merecedoras de detenidas investigaciones y recuperaciones. Tal vez, por la sobredosis de historia que han tenido y conservan no reparan el abandono en que está el popular monasterio de Sant Miquel de Lliria. Algo habrá que hacer.