A. G., Valencia

No todo el clero está de acuerdo con el modo en que se ha montado la visita del Papa. «Tal como se han desbordado las cosas y por las consecuencias y reacciones que se están produciendo, este viaje me causa preocupación y, por el gran amor que tengo a la Iglesia, me hace sufrir mucho», afirma el párroco de la iglesia de Vera, Julio Ciges. El sacerdote participó ayer en un debate sobre El Vaticano, estado y naciones organizado por Acció Cultural del País Valencià (ACPV).

Al reflexionar sobre la próxima de Benedicto XVI a Valencia, Ciges manifiesta que le gusta que el Pontífice anime a las comunidades cristianas con su presencia. «El problema está en el modo y estilo de de preparar estos viajes», apostilla. Unas maneras que, en su opinión, no son coherentes ni fieles con el Evangelio. Según este, apunta el sacerdote, la misión fundamental de la comunidad de creyentes es «evangelizar a los pobres», lo que supone estar siempre cerca de ellos. «¿No es escandaloso para los pobres el derroche y desbordante gasto que está suponiendo todo el montaje del viaje?», se pregunta. «¿Cómo después vamos a denunciar sin sonrojarnos el consumo y derroche insolidario de esta sociedad?», añade.

Ciges, que es miembro y coordinador del denominado actualmente Grup de Capellans del Dissabte (colectivo de larga trayectoria de una treintena de sacerdotes críticos con la jerarquía), rechaza asimismo que la Iglesia sea utilizada como «medio de propaganda para promocionar una ciudad» o para generar beneficios económicos.

Le preocupa también, sostiene, «el uso partidista» de la visita. Su pregunta es qué pasa en la Iglesia que a los hombres y mujeres de izquierdas «se les está haciendo muy difícil sentirse miembros» de ella.

Su conclusión es dolorosa: «Me sabe muy mal que el estilo que se ha impuesto en esta visita no ayude a la sociedad a experimentar el espíritu liberador y apasionante de Jesús».

Ciges también es muy crítico al valorar la situación de la Iglesia local, que «da la espalda» a la cultura y la lengua de los valencianos. En su participación en el debate, el párroco recordó que fue en 1707 cuando el arzobispo Mayoral decretó que todos los libros de los archivos parroquiales se redactaran en castellano. Después de esto, subrayó, de los 22 arzobispos de Valencia nombrados en 300 años sólo dos han sido valencianos, sin que el Vaticano haya tenido en cuenta las peculiaridades culturales del territorio.

«Y así continuamos», remató. «El pueblo habla en valenciano hasta la puerta de la iglesia -relató-; dentro se dirige al Señor en castellano». Ni los cambios políticos, ni las reivindicaciones en la calle ni el Estado de las Autonomías han modificado la situación, considera. «Es como si sólo existiera la dualidad Vaticano - Estado español. El término nacionalidad no existe», razonó.

A pesar de este oscuro panorama de «desierto», el sacerdote destaca la existencia de experiencias como el Grup de Capellans del Dissabte, el Fòrum Cristianisme i Món d$27Avui, la Coordinadora del Nou d$27Octubre o Dones Creients o las Comunitats Cristianes Populars.