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Elipsis

Las elecciones se disputan en el territorio de lo inexistente. Eso puede parecer una paradoja pero no lo es. Escoger un espacio real es la primera de las estrategias: un polideportivo, una plaza de toros, un parque con fondo de rascacielos para que los árboles de verdad dejen ver el bosque de lo inaudito. Se ubica luego ahí, en esa realidad aparente, la dramaturgia, todo lo que acabará convirtiendo la realidad en ficción, en metáfora de la cotidianeidad, en melodía pegadiza que estruja el sentimiento. Los grandes conceptos se vehiculan a través de un lenguaje llano, de esos que entiende todo el mundo. Aquí de nuevo aquella paradoja que antes les decía: hablar en el escenario de lo real con un lenguaje que desdice la propia realidad. Lo asegura una de las viejas reglas maestras de la publicidad: hablar de lo que no se vende para vender aquello de lo que no se habla. No se venden la chica o el chico del anuncio sino el auto en el que se montan para hacerlo rebrincar sexualmente como a un caballo. Las palabras que suenan en las campañas electorales se sitúan en un territorio imposible. Desprecian lo real porque como dice el comisario Fabio Montale en una de las inigualables novelas de Jean-Claude Izzo: "ser realista es dejar que te den pol culo". Y para que no te den pol culo, pues te inventas delante del contrario una realidad que no es real.

A ratos incluso mientes descaradamente porque hay estrategias electorales montadas sobre el ejercicio continuado de la mentira, hasta convertir esa mentira en verdad. Eso lo sabe muy bien un tipo que en Guatemala asesoró a la derecha en las elecciones con un lema: "mano dura, cabeza y corazón". Ese mismo tipo asesora a Rajoy en su campaña y Rajoy ha borrado de sus eslóganes lo de "mano dura" para disimular. Lo invisible se hace visible en otro punto para anunciar el regreso de Tamayo, el traidor socialista de Madrid. Su imagen llenaba de vergüenza el otro día el inicio de la campaña electoral. Está apuntado al PSD, un partido de conversos también socialistas (a ver si se lo hacen mirar los de Zapatero, ¿no?) que está en suspensión de pagos a pesar de las subvenciones millonarias que le ha insuflado Francisco Camps. A veces es mejor quedarnos en las nubes de lo inexistente para no tropezar con ciertos individuos y no escuchar esa elipsis terrorífica de "mano dura" que está en todos los mítines del Partido Popular. Y es que nunca una elipsis ha sido tan peligrosamente elocuente en su significado. Nunca.

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