Íñigo Roy, Buñol

-¿Cómo acaba un trabajador a seis kilómetros bajo una montaña excavando túneles para el AVE?

-Pues mira, ni me lo pregunto. Es mi trabajo, llevo haciéndolo años, me gusta y al final lo ves como otro cualquiera. Hace un año y medio que trabajo en las obras de los dos túneles de La Cabrera en Buñol pero antes he trabajado en otro túnel en Guadarrama y también en las obras del metro de Madrid. Cuando acabemos aquí, mi empresa me designará a otra obra.

-Entonces es verdad que ha pasado a la historia "Charly", como dijo la ministra.

-Sí. La verdad es que he participado en muchos cales [últimos metros de la perforación] de túneles desde que empecé como operario piloto. Al cabo del tiempo ya no le das tanta importancia y pierdes la cuenta de cuántos pasadizos has hecho o calado, pero sí, es un momento muy intenso y he tenido la suerte de estar en varios.

-¿Y no resulta difícil el día a día dentro de una tuneladora?

-A pesar de lo que pueda parecer, trabajar en la cabina desde la que se controla el avance de la máquina se acaba convirtiendo como estar en tu casa. Trabajamos en tres turnos y el avance no se ha detenido durante los últimos meses en los que hemos batido hasta siete veces las marcas mundiales de perforación con tuneladora. Aunque no soy el único que trabaja en la cabina, en mi caso lo he llevado bastante bien y las horas pasan rápido. El espacio es muy amplio y está todo muy controlado. No es nada claustrofóbico ni angustioso. Dirigir la tuneladora desde la cabina es como hacerlo desde fuera.

-¿Qué se siente al saber que se está batiendo un récord mundial?

-Pues al principio es un orgullo pero luego te dejas llevar por el trabajo en el túnel y se acaba asumiendo como algo bastante normal porque las obras han ido muy bien y las máquinas han respondido mejor de lo que esperábamos.

-¿No tiene tensión por la responsabilidad de estar llevando una maquinaria de más de 2.000 toneladas y que ha costado millones de euros?

-Sabes que tienes una responsabilidad pero no puedes estar pensando siempre en lo que estás haciendo y en lo que conlleva ni tampoco que de tus controles depende una máquina que, como en La Cabrera, es la tuneladora de doble escudo más moderna del sector. No dejas que eso te bloquee porque sabes que el día a día dentro de los túneles está marcado por el trabajo de muchos equipos coordinados al milímetro, desde técnicos, operarios, topógrafos e ingenieros. Cada maniobra está ajustada y si cada eslabón de la cadena funciona bien todo marcha de acuerdo a lo previsto.

-¿Cómo vivió las últimas horas de este túnel, el más largo del AVE Madrid-Valencia?

-Es un momento muy intenso porque marca el final de la perforación de un túnel. Pero sabes que todo va a salir bien y, en general, siempre lo llevas bien aunque es cierto que, en algunos casos te pones más nervioso.

-¿Influyó saber que iba a estar la ministra?

-Sí. Cuando sabes que va a acudir algún cargo público y con él la prensa y mucho público hay más nerviosismo para que todo salga como está previsto. Aunque sabes que todos los parámetros están controlados y que la tuneladora va a calar como toca, siempre tienes el temor. Cuando no viene nadie a los cales es diferente. Es una verdadera fiesta en el túnel entre los compañeros. Salimos de la tuneladora por la parte delantera para encontrarnos con el equipo del otro lado. Nos hacemos fotos y no dejamos de bromear.

-¿Coincidir tantas veces en los cales no ha despertado envidia sana entre los compañeros?

-Los turnos determinan quién se ocupa de la tuneladora durante los últimos metros así que entre los compañeros sabemos que a cada uno le toca lo que le toca. Es cierto que ahora soy mucho más conocido a raíz de la broma de la ministra por lo de "Charly".