Rafel Montaner, Valencia

El Tribunal Supremo obliga en una sentencia a que el Consejo de Ministros responda a la petición de un ciudadano de origen ruso iraní que fue expulsado de España en 1963 por la policía franquista de Valencia. Sergio Nicknejad era sólo un chico de 16 años cuando él y sus padres se vieron obligados a abandonar su casa del Cabanyal bajo la falsa acusación de que eran espías soviéticos.

Sergio, que reside en Bishkek, la capital de Kirguistán y tiene la nacionalidad de esta antigua república soviética fronteriza con China, solicitó en noviembre de 2005 al Gobierno de Zapatero que le restablecieran "los derechos fundamentales de los artículos 13 y 19 de la Constitución por haber sido él y su familia expulsados del territorio nacional por motivos políticos".

Nicknejad, a pesar de que ya han pasado 46 años de la expulsión aún conserva el Sergio que le pusieron en el Colegio Internado Malvarrosa Sagrado Corazón de Jesús porque era más castellano que el iraní Sirus, su verdadero nombre. Tenía 6 años cuando llegó a Valencia en 1953 junto a sus padres, Ali Reza y Nina Nicknejad, un empresario farmacéutico iraní y una enfermera rusa.

Los tres formaban parte de una acomodada familia de Teherán que había abandonado Irán huyendo del tiránico régimen del Sha Mohamed Reza Pahlevi, que perseguía al padre de Sergio por ser el propietario de un diario nacionalista iraní muy crítico con las concesiones petrolíferas del Sha a multinacionales estadounidenses.

Llegaron a Valencia con pasaporte iraní y se instalaron en el Cabanyal, donde su padre, con el dinero que había ganado con la venta de su fábrica de medicinas en Teherán, abrió un salón recreativo en la calle de la Reina con 15 mesas de billares y 20 futbolines . También compraron un piso de 10 habitaciones en la calle José Benlliure y un chalé en l'Eliana.

Por viajar a la URSS

La vida placentera de los Nicknejad en Valencia, donde estaban perfectamente integrados, se truncó 10 años después, cuando Nina decidió solicitar a la embajada soviética en París un visado para viajar a la URSS y visitar a su madre, que estaba gravemente enferma. En España no podía hacerlo porque la dictadura tenía relaciones con Moscú.

A su vuelta a Valencia fueron detenidos los tres, interrogados y expulsados del país bajo la acusación de ser espías comunistas. Les dieron la orden de abandonar España en 72 horas, por lo que tuvieron que malvender sus posesiones y perder aquellas para las que no encontraron comprador. El principal problema de Sergio es que no ha encontrado hasta ahora ningún expediente de expulsión ni ningún rastro que pruebe su detención por la policía franquista de Valencia, de ahí que el abogado del estado justifique el hecho de que el Gobierno no haya contestado a su solicitud de obtener un permiso de residencia en España como víctima del franquismo para él y su familia. Sin embargo, después de tres años y dos meses de silencio administrativo, el Supremo le ha pegado un fuerte tirón de orejas al Gobierno al obligarle a que de una respuesta a esta petición.

Nicknejad, a más de 6.000 kilómetros de Valencia, explica por correo electrónico a Levante-EMV que esta sentencia significa para él "una gran posibilidad y esperanza para que el Gobierno español al fin comprenda que la expulsión de nuestra familia por sólo el motivo de que mi madre viajó a la URSS fue un acto inhumano, y por consiguiente ilegal. que obedecía únicamente a motivos políticos". "Estoy seguro que este fallo me ayudará a cumplir mis suenos de volver a vivir en Valencia", recalca.