Rafel Montaner

rocafort

«Cuando me instale en mi finca hace 10 años, de las 16 familias que somos, solo yo tenía hijos. Ahora en todos los pisos hay niños». Esta frase de Mónica Bou, socióloga y presidenta de la Asociación de Vecinos Antonio Machado de Rocafort, resume por qué este pueblo de l´Horta Nord es el municipio valenciano de más de 5.000 habitantes en el que viven más niños.

Los datos definitivos del padrón a 1 de enero de de 2010 que ha ofrecido el Instituto Nacional de Estadística (INE) esta semana pasada revelan que el 21,4% de los 6.748 vecinos que tenía Rocafort en esa fecha contaba con menos de 16 años. La población infantil de este municipio, también la de San Antonio de Benagéber, la Pobla de Vallbona y Riba-roja — todos ellos a menos de 20 kilómetros de Valencia— supera el 20% del padrón.

Rocafort, a 8 kilómetros del «Cap i Casal», junto a los otros tres municipios, ha sido uno de los destinos preferidos de la «ruta de los adosados», pareados y toda clase de promociones urbanísticas que eclosionó alrededor de la CV-35, la salida de Valencia por la llamada pista de Ademuz, durante el «boom urbanístico» que alcanzó su cénit en 2007,antes del estallido de la crisis.

«Pisos, pisos y pisos»

Parejas jóvenes con hijos, o con planes para tenerlos, han buscado su lugar para vivir en Rocafort. Son lo que demográficamente se conoce como «commuters», personas que migran a diario de su casa al trabajo en la ciudad, u otros municipios, y al revés. «La gente viene de la ciudad, huyendo de la contaminación y buscando la calidad de vida y tranquilidad de un pueblo», cuenta Ana Gómez, madre de un niño de 8 años que llegó a Rocafort hace 14. Sin embargo, para ella, tanto crecimiento urbanístico tiene sus contrapartida: «La prioridad del ayuntamiento —que gobierna el PP desde hace 16 años—son pisos, pisos y pisos, y los equipamientos de educación y salud... pues ya vendrán».

Crítica con este planteamiento es también la portavoz local del PSPV, Empar Sampedro, quien lamenta que este «crecimiento desordenado haya desbordado los servicios, especialmente los destinados a niños y jóvenes». Sampedro denuncia que el municipio solo disponga de una escuela pública de seis unidades, «la escoleta infantil esté con lista de espera y el nuevo edificio que se está construyendo esté parado al igual que las obras del casal joven del antiguo casino». Además, asegura no entender que haya «desaparecido la reserva de terrenos para el instituto de Secundaria». El alcalde, Sebastián Bosch, ni siquiera ha querido escuchar las preguntas de Levante-EMV.

Demanda de más parques

Madres como Mar Cano, que se instaló en Rocafort en 2002, donde han nacido sus dos hijos, que ahora tienen dos y cinco años, cree que la oferta municipal de actividades para los niños «es más bien deprimente». Reclama más zonas de juegos infantiles, «en las que no haya un columpio por cada 100 niños». El consistorio acaba de iniciar, con 275.000 euros del Plan Confianza del Consell, la reforma del Parc de la llum, según Sampedro, «abandonado a su suerte porque lo habían hecho los socialistas».

Silvia Davó, que tiene un hijo de cuatro años, opina que «son muy pocas las instalaciones infantiles, y no basta con parques para preescolares, sino que también hacen falta zonas de juego para niños más mayores, con por ejemplo pistas de ´skate´». Las escasas iniciativas para niños y jóvenes han llevado a algunos adolescentes a rebautizar el pueblo como «Rocamort».