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Cuando hace unos días el titular de Educación se refirió así mismo como Alejandro I El Inaugurador no estaba faltando a la verdad. En realidad, todos los miembros del Consell con su presidente, Francisco Camps, a la cabeza podrían haber tenido la misma ocurrencia a tenor de sus agendas en los últimos días, en las que el empacho de inauguraciones ha llegado en ocasiones al sonrojo. Sin ir más lejos el viernes el presidente de la Diputación de Castelló, Carlos Fabra, daban por inaugurado un aeropuerto sin aviones con la excusa de que la gente podría caminar por las pistas.

Nada menos que 170 actos de esta naturaleza en quince días -cierto que no todos tan chocantes como el del aeródromo de Castelló- protagonizados por miembros de la Generalitat. Cuestión distinta es que la frenética actividad del Consell-también alcaldes y otros cargos públicos, incluido ministros socialistas que hasta ahora poco se prodigaban por Valencia, se han sumado al carro- resulte paradójica si se abre el foco a una legislatura en la que la parálisis ha sido la nota más destacada; en parte, por el shock del caso Gürtel; y también, por una situación de asfixia en las cuentas públicas que ha hecho difícil sacar adelante los proyectos más vistosos. Quizá el hospital de la Nueva Fe sea la excepción. Pero a dos meses de las elecciones, lo que toca -todos los partidos lo hacen y con más recursos el PP que gobierna en la mayoría de las instituciones-es poner en el escaparate lo hecho, incluido lo que se ha quedado en el tintero a base de visitas de obras o primeras piedras.

La fiebre inaugural no es caprichosa; responde a un imperativo legal. La nueva nueva ley de Régimen Electoral General que teóricamente acaba con la precampaña, impide los actos de inauguración una vez se convoquen las elecciones. Camps firmará el decreto mañana y la prohibición entra en vigor el martes.

La hoja de ruta a partir del martes

El Consell apurará hasta el final las horas que le quedan para poner en valor la gestión sin conflictos ante las juntas electorales. Mañana lunes, último día, hay nada menos que cuarenta actos previstos tras un fin de semana intenso en el que ningún conseller ha tenido descanso. La duda es qué ocurrirá a partir del martes. Aunque en su inicio la nueva ley electoral auguraba un desierto de actos hasta el inicio oficial de la campaña electoral; todo apunta a que el Consell podrá burlar sin grandes problemas la norma. En Madrid, PP y PSOE se pusieron de acuerdo para enmendar la ley y que la prohibición de inaugurar no afecte "a la visita de dichas obras". Llega la hora del empacho de las visitas.