Salvo sorpresa, Rajoy entrará a gobernar.

Y creo que pondrá orden, pero tiene una papeleta muy difícil. Espero que forme un Gobierno que diga por dónde ir, sin vacilaciones. Pero se enfrenta a dos peligros: recoger la cuerda que se ha soltado con los nacionalismos y hacer frente a los sindicatos cuando se adopten las medidas económicas fuertes, que son necesarias, sin romper la paz social.

¿Se ve reflejado en la derecha política actual?

Yo no. Les votaré porque no puedo hacer otra cosa y tengo que votarles. Pero en mi interior, no me veo identificado plenamente.

¿La ve demasiado blanda o muy poco cristiana?

Las dos cosas (Risas). Por ejemplo, en la cuestión del aborto, que es un crimen legalizado, parece que vayan a poner paños calientes.

¿Y la derecha valenciana?

A la derecha valenciana le falta un líder con capacidad de convocatoria y de reorientar la situación.

Repáseme a sus tres últimos líderes.

Zaplana supo estar en el puesto y supo dirigir. De Camps esperaba más. Sé que su formación moral es excelente, pero le ha faltado decisión y energía en algunas cosas. Por ejemplo, ¿por qué no ha cambiado el nombre y la orientación de la AVL y por qué no se ha acogido más a la RACV? A Fabra no le conozco y no puedo opinar. Pero es que pasan cosas que no las comprendo. Como el elevado gasto en asesores. ¡Yo eso no lo concibo!

En su época no funcionaba como ahora…

¡Qué va! Yo llegué a la diputación y no conocía a los funcionarios salvo a dos o tres. Y no tuve ningún asesor. Todos los discursos me los escribía yo por las noches, y no hay dos iguales. Y me fiaba de los funcionarios que había en la diputación para orientarme y estudiar todos los asuntos.

Ahora que habla de recortes, ¿qué opina del debate sobre la supresión de las diputaciones?

Que no se deben suprimir, porque todo centralismo es malo y las diputaciones tienen una función de cercanía a los municipios.

¿Dígame un olvido que ha sufrido su gestión?

La solución de que el viejo cauce del río Turia haya sido zona verde y no vías de tráfico rápido, como se pretendía entonces. Eso lo conseguí yo en una comisión nacional de Urbanismo en Madrid, el 29 de noviembre de 1978. Allí pedí que, sin necesidad de cambiar el plan parcial, se modificase el destino del viejo cauce del Turia. Allí se aprobó que fuera jardín. Nadie me lo ha reconocido nunca, pero es así.