A Cristina Ponce, la madre coraje valenciana que ha puesto en marcha el «Proyecto Paula» para recaudar fondos para destinarlos a la investigación de una terapia que ponga fin a la diabetes, le gusta decir que su iniciativa nació como un pequeño arbolito del que ahora surge una nueva rama que extiende hasta la Fundación de Investigación del hospital Clínico (Incliva), como anunció ella misma a Levante-EMV, donde a partir de ahora se destinará la totalidad del dinero que se pueda recaudar en las diferentes actividades, como el torneo de fútbol y rifa que se celebrará hoy en Paterna y en el que participarán 700 niños y el concierto benéfico de Alboraia del 17 de este mes.

Ponce, que ha sido elegida como la héroe de la campaña mundial de la Federación Europea de la Diabetes, ha decidido poner fin a la colaboración del Proyecto Paula con el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF) de Valencia por la demora de los gestores del centro en entregarle la memoria de las aportaciones voluntarias que llegan directamente a la cuenta de la entidad.

Hace dos meses y medio que Cristina solicitó ese documento y a fecha de ayer, la respuesta era que lo tendrá la próxima semana.

Con el dinero recaudado a través de este proyecto, el laboratorio que dirige la doctora Deborah Burks en el CIPF pudo contratar a principios de año a la investigadora que había sido despedida en el ERE, Silvia Sanz, a la que el pasado 12 de mayo se le renovó el contrato hasta final de año y a un ayudante de laboratorio.

El recorte de fondos a la actividad científica es tan desolador que cuando se anunció la plaza de ayudante, sufragada por el Proyecto Paula, concurrieron decenas de científicos posdoc con requisitos de sobra para ese puesto de trabajo.

El mismo ímpetu que Cristina Ponce pone para emprender cualquier tipo actividad ya sea rifa, venta de camisetas, meriendas infantiles, tómbolas y reparto de huchas para recoger fondos, lo saca también para exigir al céntimo la claridad en las cuentas. Y aquí es donde ha comenzado a tener sus diferencias con los gestores del Centro de Investigación Príncipe Felipe.

En la cuenta del Proyecto Paula del CIPF hace un mes había 41.000 euros que pueden ser ya 45.000.

El importe de lo que se paga por el contrato de Silvia Sanz no le encaja. Los gestores primero le dijeron que el salario de cuatro meses ascendía a de 9.415 euros y posteriormente le informaron que el sueldo de un año era de 35.300.

«No me salen las cuentas porque el sueldo de un año tendría que ser 28.245 euros y temo que, como en otros casos, también aquí estén gravando un 20 % por usar las instalaciones», confesó Ponce que destacó que con la diferencia de dinero entre lo recaudado y lo que se paga a la investigadora, se puede hacer frente al sueldo de otro ayudante, «muy importante en la situación de debilidad presupuestaria en la que se encuentra la ciencia», agregó.

«En estos momentos, la doctora Burks solo tiene un proyecto de investigación en diabetes, por lo que —explicó Ponce— poner tanto dinero en el CIPF no lo considero conveniente».

A partir de ahora todas las donaciones irán a reforzar los proyectos en diabetes de otros centros, como el hospital Clínico de Valencia y quizá en breve, también el Instituto Carlos III de Madrid.