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De la festa, la vespra

El Cristo de la docena de melones

En la postguerra, los escultores se hincharon a labrar imágenes de Cristos y Vírgenes que sustituyeran a las inmoladas en las hogueras. Los artistas republicanos incluso colaboraron en la tarea fabricándolas en la cárcel, lo que les ayudó a redimir penas.

En Foyos/Foios, el escultor Paco Badía, mano derecha de Josep Renau, esculpió un precioso san Francisco de Asís, sublime, en tal período aciago. Como había que rehacer toda l imaginería de su templo catedralicio -a la iglesia le llaman la Catedral de l´Horta por su magnífica factura arquitectónica- se repartió el santoral entre distintos artistas.

El Cristo de la Sangre -hoy- le correspondió al mejor de los escultores de la época, Carmelo Vicent, padre de Octavio Vicent, el escultor de la actual imagen peregrina de la Virgen de los Desamparados, quien se especializó en Vírgenes y Cristos.

El escultor pidió al cura, don Eugenio Bisbal, cuatro mil pesetas de la época por hacer la talla, pero con una condición, que fueran acompañadas por una docena de los mejores melones de su término. El pueblo ha sido siempre famoso en la producción de melones, algo de la que ya pocos se acuerdan, gracias a lo caliza que es su tierra. Cuando fueron a pagarle, el párroco encargó a Coret de Cúper que seleccionara los mejores. Y así fue. Los encargados de llevar dinero y melones a Valencia para pagar al imaginero, al ver que eran tan buenos, cayeron en la tentación y dieron el cambiazo, se quedaron los seleccionados y entregaron al escultor unos de peor calidad.

Carmelo Vicent, al llamar al cura para dar por recibido el pago, se quejó de lo malos que eran los melones. El párroco habló con Coret y al final se supo que había habido cambiazo por el camino.

El Cristo tiene una ermita grácil y airosa en el camino de la LLoma, junto a la Acequia Real de Moncada. El emplazamiento denota que allí en tiempos islámicos había una mezquita, la cual cristianizada.

Tiene Cofradía el Cristo, en origen integrada por 40 labradores propietarios de los campos que están situados junto a la ermita, de fachada neoclásica, espadaña y porche, con un patio rodeado antaño por casalicios con el Via Crucis.

La ermita fue reconstruida en 1942, pues en la persecución religiosa pasada la hicieron añicos, quedando del edifico parte de un muro. Allí permanece buena parte del año y baja para su fiesta, que es la última jornada de las patronales, donde brilla y destaca la Virgen del Patrocinio, 17 de agosto, imagen pre- jaimina, que denota que en el pueblo existió comunidad cristiana antes de de la invasión y colonización islámica y que, por fortuna, se salvó de la quema incendiaria gracias al cura, Antonio Sorlí Balbastre, al sacristán el tío Andrés, a Francisco Marco Montalt, a Francisca Montalt Carceller y Filomena Montalt Carceller, que lograron ocultarla durante la guerra. El cura murió martirizado por no decir dónde estaba la imagen y Francisco Marco, cuando re-coronaron a la histórica imagen en 1955 no le hicieron padrino, como él quería y se merecía, ya que el honor se lo dieron a un adinerado señor.

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