El 2013 que acabamos de estrenar puede pasar a la historia como el año de los cometas. El Panstarrs y el Ison, dos cometas de reciente descubrimiento, serán visibles a la latitud de Valencia desde el 14 de marzo y a partir del 24 de diciembre respectivamente. El Ison ha sido bautizado por la comunidad científica como «el cometa del siglo», ya que se espera que sea más brillante que la Luna llena y que se pueda ver incluso de día.

El 2013 no será el año del cometa, sino de los cometas. Hasta dos grandes bloques de hielo sucio procedente de la lejana nube de Oort, a más de 7,5 billones de km de la Tierra, llegarán al interior del Sistema Solar en marzo y noviembre. Se trata de dos cometas de reciente descubrimiento, el Panstarrs (C/2011 L4) y el Ison (C/2012 S1), que según Enric Marco, investigador del departamento de Astronomía y Astrofísica de la Universitat de València, serán visibles a la latitud del Cap i Casal desde el 14 de marzo y a partir del 24 de diciembre respectivamente. La comunidad científica ha bautizado al Ison como el «cometa del siglo», pues se estima que será más brillante que la Luna llena y que incluso podrá verse a plena luz del día.

No obstante, Marco, que también es vicepresidente de la Agrupación Astronómica de la Safor (AAS), apela a la prudencia respecto a las grandes expectativas que ha despertado este último cometa tras su hallazgo el pasado 21 de septiembre por dos investigadores de la Red Científica Óptica Internacional Rusa (Ison, por sus siglas en inglés). «Hasta el 28 de noviembre, cuando su órbita parabólica alcance el perihelio —el punto más cercano a la superficie del Sol—no sabremos si aguantará las altas temperaturas solares o se deshará por completo, puesto que desconocemos lo compacta que es esta esfera de hielo sucio».

Si el Ison supera la prueba de fuego, nunca mejor dicho, de su deambular ante el Sol el espectáculo está garantizado. La sublimación del hielo, su paso directo a estado gaseoso, emitirá unos chorros de gas y polvo que se transformarán en la típica cabellera que dejan tras de si.

Pero, ¿qué hace pensar que este cometa será el más brillante de los últimos 100 años? En primer lugar porque pasará muy cerca del Sol, «a 1.100.000 km», destaca Marco, y, en segundo lugar, por su tamaño. «Se estima que mide unas cuantas decenas de kilómetros, entre 30 y 40, cien como mucho». «Si es lo suficientemente compacto para que el Sol no lo destruya, será muy grande y brillante», concluye.

Gemelo del Gran Cometa de 1680

Una tercera razón que hace albergar grandes esperanzas de que Ison haga honor al nombre de «cometa del siglo» es, prosigue Marco, que algunos de sus elementos orbitales «son similares al Gran Cometa del año 1680, lo que indica que estamos ante dos trozos de otro mucho más grande que se fragmentó». El gemelo de Ison, también conocido como el Cometa de Kirch (C/1680 V1), ha pasado a la historia como el primero descubierto desde un telescopio. Fue el más brillante del siglo XVII. Visible a plena luz del día, destacó por su espectacular larga cabellera que tenía una longitud, según las fuentes, de entre 48 y 145 millones de kilómetros.

También se espera mucho de Panstarrs, descubierto en 2011 por investigadores de la Universidad de Hawái (EE UU). Éste alcanzará su perihelio el 10 de marzo a una distancia de 45 millones de km del Astro Rey. «Pasará más cerca del Sol que Mercurio, por lo que se espera que desarrolle una cola larga y expulse gran cantidad de gases y polvo», explica Marco.

Ante tanto cometa seguro que los agoreros del fin del mundo se frotan las manos. No les escuchen. El riesgo de que el cielo caiga sobre nuestras cabezas es mínimo. Lo más cerca de la Tierra que pasará Ison será a 63 millones de km y Panstarrs lo hará a 165 millones.

Las dos colas que iluminan el cielo

Marco explica que «un cometa es una esfera de hielo sucio, no demasiado compacta, que contiene gases, polvo y rocas». Cuando el calor del Sol sublima ese hielo, los cometas desprenden «chorros de gas y polvo». Forman dos cabelleras como las que se aprecian en la foto del Hale-Bopp. Un sendero de gas, polvo y escombros (dcha.) «de color amarillo al reflejar la luz del Sol», y, en dirección contraria al Sol, un rastro azulado compuesto por partículas ionizada (izq.). Estos bloques de hielo sucio son los desechos de la formación del Sistema Solar hace 5.000 millones de años, restos de la nebulosa primitiva.