No tenía dinero, ni tampoco una Administración que se lo prestara, para pagar la prótesis externa que el jueves le retiraron de la rodilla por no tener los 152 euros que costaba. Pero Adrián García tuvo a Manolo. A Manolo el de Llíria, el vecino que le dejó una prótesis externa de segunda mano que finalmente le fue colocada ayer a este joven de 23 años. Adrián también contó con un batallón de más de cien «Manolos» desconocidos que se habían ofrecido a pagarle la ortoprótesis con mensajes enviados hasta de Holanda por un lector español de este periódico. Pero, al final, el joven no consintió que nadie gastara dinero; se apañó con la prótesis externa usada que le prestó Manolo y ayer salió del hospital con la prótesis inmovilizadora ya colocada en la rodilla.

En una lectura superficial, ése podría ser el «final feliz» de esta historia desvelada el sábado en exclusiva por Levante-EMV y que ha dado la vuelta a España. Pero el caso no termina aquí para esta víctima del cambio normativo de 2010, ordenado por la Conselleria de Sanidad, y que obliga a los enfermos a adelantar el coste de toda prótesis externa „al contrario de lo que ocurre con las internas„ para después recuperar la inversión realizada excepto un máximo de 30 euros. Pero si uno no tiene dinero para pagarla por adelantado, se queda sin prótesis.

No. Antes de dar por zanjado el asunto, Adrián quiso lanzar ayer un mensaje desde la silla de ruedas con la que abandonó el hospital: «Que esto sirva, no por que yo quiera salir [en los medios], sino para que no le ocurra a otro lo que me ha pasado a mí. Que la gente vea que no es ninguna tontería todo lo que están quitando con los recortes de Sanidad. Esto „añadió„ tiene que acabar. Esto no son tonterías y se ha de acabar rápido», añadió el joven tras reiterar su agradecimiento a los medios y a la gente.

Ahora debe realizar leves movimientos de tobillo y de los dedos del pie e ir apoyando poco a poco. El lunes volverá a que le quiten los puntos y después empezará la rehabilitación con un único horizonte: poder hacer deporte otra vez después de la artroscopia que le han practicado.

Ayer, el médico que autorizó la retirada de la prótesis después de que la familia de Adrián „con una hipoteca de casi 1.200 euros„ explicara a la empleada de la empresa ortopédica que no tenía dinero para pagar la pieza, le intentó tranquilizar: «El médico „dijo Adrián„no ve mal que me hayan puesto una escayola, ni ve mal que tuviera que ir el sábado a que me la cambiaran por una escayola nueva [porque se había desplazado]». Pero, de entrada, el médico había preferido colocarle la prótesis. Hasta que se supo que no podía pagarla. Entonces, la escayola ya fue una buena alternativa.