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Medio ambiente

Hallan insecticidas contra garrapatas y pulgas en truchas y barbos del Xúquer

Una investigación del CSIC detecta elevados niveles de tetrametrina, presente en productos para el hogar, en todos los peces analizados

Hallan insecticidas contra garrapatas y pulgas en truchas y barbos del Xúquer

­Pasaban por ser los insecticidas ideales: productos sintéticos, limpios, elegidos siempre para suplir a aquellos otros compuestos de la industria química cuyo uso se prohibía por sus efectos contaminantes. Se llaman insecticidas piretroides. Y nutren los botes de antimosquitos, matacucarachas, matapiojos, tóxicos para garrapatas y pulgas, collares para mascotas, productos veterinarios o insecticidas para el jardín o de uso agrícola y ganadero. Hasta ahora se creía que estos insecticidas no afectaban a los animales. Que no se acumulaban en sus organismos ni en el medio ambiente. Que los mamíferos degradaban y expulsaban estos compuestos en su totalidad.

Pero una investigación del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea-CSIC) y del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), publicada en la revista Environment International y encabezada por la investigadora Ethel Eljarrat, ha detectado por primera vez en peces de río, entre ellos del Xúquer, concentraciones muy importantes de insecticidas piretroides acumuladas en el organismo de los animales acuáticos. Hasta cinco microgramos por gramo de grasa: una proporción superior a la presencia de contaminantes como los fármacos o los cosméticos vertidos a los cauces fluviales.

Los investigadores han analizado 42 ejemplares de peces (bagres, barbos, truchas, carpas y gobios) capturados en 20 puntos de muestreo de cuatro ríos: cinco puntos en el Xúquer, seis en el río Llobregat, cinco en el Ebro y cuatro en el Guadalquivir. Los resultados del estudio achacan a las muestras del Júcar unos elevados niveles de tetrametrina, una sustancia química sintética empleada como insecticida y acaricida que se utiliza para el control de pulgas, garrapatas y piojos al alterar el funcionamento del sistema nervioso de los insectos. Es una sustancia extremadamente tóxica para organismos acuáticos.

Para algunos peces, las concentraciones letales en agua son inferiores a 1 microgramo por litro, aunque estudios recientes muestran que la exposición de peces a niveles aún más bajos de piretroides (en torno a 0,2 microgramos por litro) puede conllevar efectos tóxicos, como acumulación de lípidos en el hígado, problemas en el crecimiento, problemas cardíacos o disminución en el aleteo.

Según explican desde el CSIC, en las últimas décadas, los insecticidas piretroides han sustituido a los plaguicidas organoclorados y organofosforados, ya que sus moléculas se degradan en menos de 90 días.

Los científicos consideran que las concentraciones encontradas en esta investigación son producto de la acumulación a lo largo de la vida de los peces por una exposición constante a los piretroides presentes en el agua de río, pero en concentraciones inferiores a las letales. Según el CSIC, a pesar de que los efectos en los seres humanos aún no están claros, se sabe que los piretroides pueden causar efectos neurológicos y carcinogénicos.

Lo que sorprende del estudio, además de la aparición de los insecticidas piretroides, es que se haya detectado su presencia en el 100 % de los ejemplares analizados. En opinión de Ethel Eljarrat, «hay que pensar en tomar medidas: primero estudiar si estos niveles son perjudiciales para los peces y, si es así, reducir el uso de los piretroides o prohibirlos para evitar su vertido a los ríos».

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