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El edificio del Reloj

El edificio del Reloj: el primer icono del puerto

Una publicación de la cátedra Demetrio Ribes rescata la memoria del hito arquitectónico de la fachada marítima de principios del siglo XX

El edificio del Reloj: el primer icono del puerto

El «Veles e Vents» de Chipperfield está considerado el hito arquitectónico de la renovada dársena interior del puerto de Valencia (Marina Real Juan Carlos I), sin embargo el primer edificio icono, construido como puerta de entrada a la ciudad desde el mar, fue la Estación Marítima, el actual Edificio del Reloj. Así lo recoge una nueva publicación de «Cuadernos del Museo del Transporte» y la Cátedra Demetrio Ribes que repasa la historia de este emblemático y centenario edificio y que presentaron el presidente de la Autoridad Portuaria, Aurelio Martínez, y el secretario autonómico de Vivienda y Vertebración del Territorio Josep Vicent Boira.

La investigación realizada por la catedrática de Historia del Arte Inmaculada Aguilar y la también historiadora del arte Laura Bolinches explica que el edificio del Reloj fue la primera Estación Marítima que tuvo Valencia y fue proyectada en 1911 como hito en la entrada y la salida del puerto. La construcción de la Estación Marítima fue incluida en el «plan de obras de mejora del puerto» dirigido por el ingeniero José María Fuster tras la implantación de las primeras líneas regulares de navegación de vapor, tanto comercial como de pasajeros. Fue en estos primeros años del siglo XX cuando se construyeron las principales obras del puerto histórico, los muelles cubiertos, los docks, el varadero, la aduana y los depósitos de almacenamiento. Fuster dio «carácter urgente» a la construcción de la Estación Marítima para «facilitar el movimiento regular de viajeros y porque contribuirá a embellecer el puerto».

La estación se emplazó juntó a la escalera real del puerto, realzando así el carácter de puerta de entrada del edificio. La Estación Marítima fue diseñada por el ingeniero Federico Gómez de Membrillera que se inspiró en la Estación Marítima de Lyon (1897). El diseño de las estaciones marítimas era muy similar al de las estaciones de término o estaciones centrales que se construían en la época.

Gómez de Membrillera, con experiencia durante ocho años en el puerto de Barcelona, imprimió una nueva imagen al puerto de Valencia, creó la fachada marítima de principios de siglo, monumental y de un alto valor estético y arquitectónico donde destacaban los nuevos depósitos de mercancías, la Estación Marítima, el Varadero, la Aduana y los Docks comerciales. La suya fue una arquitectura de carácter ecléctivo, en gran medida afrancesada „como se aprecia en la cubierta de mansardas del edificio del Reloj„, que compitió desde aquel momento con los grandes puertos europeos. Gómez Membrillera, como ingeniero de la Junta de Obras del Puerto proyectó, diseñó y creó un paisaje portuario unitario y monumental que durante décadas ha identificado a la ciudad de Valencia, explican Aguilar y Bolinches.

En la planta baja de la Estación Marítima se encontraba la zona de venta de billetes y sala de espera, con capacidad para 200 personas. En las demás plantas estaban las oficinas del puerto y en el ático se dispusieron viviendas.

Una fachada marítima que en la Guerra Civil sufrió importantes daños, en especial, el edificio del Reloj, del que solo quedaron en pie tres de sus cuatro fachadas. Al finalizar la contienda el edificio fue reconstruido y ampliado, perdiendo algunos de sus elementos originales como las cubiertas, que más tarde se intentaron recuperar en la restauración que la Autoridad Portuaria de Valencia llevó a cabo en 1986 para dar un nuevo uso más institucional al edificio histórico que ya había dejado de funcionar como estación marítima.

La última intervención en la Estación Marítima se hizo en 2006, al hilo de la celebración de la Copa del América, cuando se acometió una profunda remodelación de los espacios interiores, donde se derribaron tabiques y forjados y se abrió un lucernario para generar un ambiente diáfano y luminoso.

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