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Tribuna

La 49 jornada mundial de la paz

Desde que el 1º de enero de 1968 el papa Pablo VI instituyera el Día Mundial de la Paz, no ha transcurrido año en que haya dejado de celebrarse, pero con el nuevo título de «Jornada Mundial de la Paz» e igualmente convocado por los pontífices sucesivos. Cuentan ya 49 con la de este 1º de enero 2016, que se reparten así: 11 son del propio Pablo VI, 27 de Juan Pablo II, 7 de Benedicto XVI y las 4 últimas de Francisco. Cada una de ellas bajo un lema escogido por el propio papa, según convenía a las circunstancias de los tiempos, acompañado de un desarrollo doctrinal que conforman el más admirable y acabado tratado de teología sobre la paz. Corresponde el de la actual jornada al de «Vence la indiferencia y conquista la paz».

Porque, a lo largo de la historia, no hay término pronunciado por el hombre con más empeño en conseguir el disfrute universal de su significado, que la palabra «Paz». Sin nunca conseguirla. Y es esta la razón, para que jamás se perdiera toda esperanza de alcanzarla y mantener despierta la conciencia de los responsables en conseguirlo, por lo que Pablo VI instituyó esta jornada celebrativa. Pero no como una aspiración exclusivamente religiosa y católica, sino interpretando «cuantas voces en el mundo, pueblos y sus gobernantes, estaban clamando por este primer bien».

Y sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido desde entonces con 48 jornadas ya celebradas, las guerras han continuado imparables en una u otra parte del mundo bajo cualquier forma y con creciente animosidad. Hasta convertirse su evolución en el ordinario acontecimiento informativo de cada día, visto ya con indiferencia por los que tienen la suerte de no sufrirlo. Y quizás mientras que, como fondo de la escena y remarcando esta cruel indiferencia, la letra de algún villancico desgrana canciones invitando a la «paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».

Una indiferencia ya casi tan habitual, que ha movido al papa Francisco a denunciarla en el lema escogido para este nuevo año. Y denunciarla también el cardenal Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano, Peter Kodwo Appiach, en el acto de la presentación oficial de la jornada el pasado 16 de diciembre. En presencia de los refugiados de Siria, Somalia, Kenia y Costa de Marfil, acogidos en el Centro Astalli de Roma, cuyos países sufren actualmente estas guerras. Indiferencia que, en palabras de dicho cardenal, amenaza extenderse a todos los niveles y que solo puede vencerse con la compasión, la misericordia y el compromiso solidario de cada uno de nosotros, mejorando la propia realidad en que vivimos tanto en el entorno familiar, como en el laboral y del propio barrio.

No obstante, el mensaje de esta jornada, a pesar de la denuncia de su lema sobre la indiferencia ante los pertinaces conflictos bélicos, no pretende ser pesimista; sino alentar la esperanza en la capacidad del ser humano para no dejarse vencer por la resignación. Animando por otra parte a los políticos a empeñarse en «la práctica de una cultura de la legalidad, de la educación al diálogo y a la cooperación, como formas fundamentales de una reacción constructiva que lleve a la construcción de un mundo más consciente y misericordioso, más libre y justo». Sobre todo en este 2016, señalado por el propio papa Francisco como Año de la Misericordia.

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