El delegado de Gobierno, Juan Carlos Moragues, está acometiendo una profunda reestructuración en su equipo, con especial acento en el área de comunicación, una política que tiene como objetivo relanzar la gestión del Ejecutivo. Moragues, exconseller de Hacienda con Alberto Fabra, logró plaza en el Palau del Temple tras las autonómicas de 2015, cuando el PP pasó a la oposición. El paso a la delegación parecía provisional dada la incertidumbre política pero, después de que Rajoy continuara en la Moncloa, Moragues se ha consolidado en el cargo, el más importante a nivel institucional que conserva el PP desde la pérdida de poder.

En los últimos meses y tal como ha venido contando este diario, el delegado ha movido piezas. En Valencia, tras la salida del jefe de prensa Juan Pellicer y de la jefa de gabinete Cintia Poveda, nombró a la exsubsecretaria de Hacienda Carmela Cots en el puesto de esta última. Los periodistas José Manuel Esteve y Clara Estellés se mantienen en sus funciones de apoyo informativo y queda una plaza por cubrir . Todos ellos formarán el equipo del nuevo subdelegado, José Vicente Herrera, quien deja la Policía Local de Valencia y llega con el aval de sus buenas relaciones con la Policía Nacional y la Guardia Civil.

En Alicante, al nuevo subdelegado Miguel Saval, que sustituye a Juan Antonio Gómez, se suma el periodista Javier Izquierdo, hasta hace unos meses subdirector del diario Información y cesa Agustín Palau. En Castelló se mantiene el subdelegado David Barelles (nombrado en la época de Paula Sánchez de León), aunque también se producen cambios: sale de la oficina Paz Ferrín, esposa del que fue vicepresidente del Consell de Francisco Camps Víctor Campos, y es sustituida por el periodista del diario Mediterráneo Daniel Náger.

Las fuentes apuntan que Moragues quiere reforzar la política de comunicación ya que desde la vicepresidencia, en manos de Soraya Sáenz de Santamaria, la Comunitat Valenciana se considera prioritaria.

El Gobierno central quiere contrarrestar la gestión del tripartito y hacer un seguimiento exhaustivo de las políticas de la izquierda. El PP confía en recuperar la Generalitat en 2019. En la estrategia de Santamaría su interlocutor es Moragues, un hombre que comenzó con Fabra con un perfil muy técnico (es inspector de Hacienda) pero que ha ido ganando bagaje político, si bien se ha movido al margen de las directrices de la nueva cúpula regional que dirige Bonig. De hecho, las relaciones entre Moragues y Bonig, aunque correctas, son distantes, algo de lo que en privado se quejan en el PPCV.

Los cambios internos en las delegaciones han provocado cierto malestar entre los populares. Moragues consultó con Bonig los nombramientos políticos en Castelló y Alicante, pero en materia de asesores, mientras el entorno del delegado asegura que sí hubo consulta aunque se trata de puestos de confianza, entre los críticos se subraya que fue por libre.

En su momento, la buena relación entre Moragues y la también exconsellera Maria José Català generó desconfianzas en Bonig cuando ésta veía en la exalcaldesa de Torrent una posible rival para dirigir el PP valenciano. La sintonía de la cúpula regional con la vicepresidenta tampoco es buena, lo que aún distancia más a Moragues de la actual dirección.