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Análisis

Un día después del PSPV plagado de interrogantes

El futuro de la jefatura del Consell y el de los 'sanchistas' de Garcia están por ver en caso de derrota

Un día después del PSPV plagado de interrogantes

La disputa por el liderazgo en el PSPV anuncia un día después de las primarias plagado de interrogantes. La primera es el futuro del presidente de la Generalitat y actual secretario general de los socialistas en caso de derrota. Ximo Puig descartó ayer adelantar elecciones autonómicas si se da la circunstancia señalada.

«Lo quiero dejar totalmente claro. A mí me eligieron en un proceso de primarias abiertas, el más grande que ha habido en España. Me siento absolutamente legitimado», dijo. Su posición es diferente de la de otro presidente autonómico socialista. El aragonés Javier Lámbán, también perdedor en las primarias del PSOE que encumbraron a Pedro Sánchez, ya ha dicho que convocará elecciones si le sale contrincante y pierde.

Puig apela a las primarias abiertas que ganó y a la elección por las Corts con el apoyo de Compromís y Podemos. «Yo solo respondo ante las Corts y ante el conjunto de la población. El proceso interno del partido socialista, como el de otros partidos, no puede alterar el Gobierno», afirmó contundente el jefe del Consell.

La rotundidad no esconde la evidencia de que, con adelanto de elecciones o no, un president al que la mayoría de su partido no respaldara quedaría «muy tocado». Internamente y ante la oposición. Lo admiten en la dirección del PSPV.

Así que Puig se juega mucho en el proceso interno que le ha venido encima tras el regreso de Sánchez a Ferraz. Pero al valenciano con más poder en el PSOE, José Luis Ábalos, y el candidato alternativo, Rafa García, tampoco les puede salir gratis la operación. El secretario de organización se ha apartado formalmente del proceso valenciano (pura lógica, dado el cargo), pero una derrota de García supondrá estrenar el cargo estatal con mal pie. No será la mejor carta de presentación.

Después está el enigma de qué pasará con García y su equipo si pierden. ¿Quedarán relegados o confían en la tradición pactista del PSPV para cazar una cuota de representación en los nuevos órganos de dirección, tanto de país como provinciales?

Que la química entre Puig y Sánchez es nula viene de antaño. La última prueba ha sido a cuenta del acuerdo comercial con Canadá (CETA). Han vuelto a discrepar, pero en ambas casas. «No hay que polemizar, sino buscar espacios comunes», señaló el jefe del Consell.

Ferraz anunció una ronda de llamadas del secretario general con los líderes territoriales. Por ahora, el teléfono de Puig no ha sonado. El CETA anticipa una relación difícil, ya sea con un Puig reforzado por la militancia o solo como jefe de gobierno libre de ataduras orgánicas.

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