Es como si les hubiera tocado la lotería. Los 555 alumnos de Infantil y Primaria del colegio público El Fabraquer, en El Campello, reciben a su auxiliar nativa de inglés, Gwynnie Gonzaga, con una canción de bienvenida preparada de antemano con su maestra de inglés, Ester de Gracia, asignada a su vez como tutora de Gwynnie. «Good morning, good morning. How are you?», tararean.

Gwynnie se presenta y entra en materia con un envidiable acento inglés. «En Filipinas se cursan todas las asignaturas del colegio en inglés, menos una que se da en tagalo, el otro idioma oficial», nos explica al término de la clase.

Para ella, dice, es también una suerte haber dado con este colegio español porque le viene de lujo la beca para su inmersión tanto cultural como idiomática en nuestro país, y porque acaba de graduarse como docente de inglés y estas serán sus primeras prácticas profesionales.

Además, el colegio le resolvió pronto uno de los principales problemas para estos auxiliares: dónde vivir sin que les cueste la mayor parte de la beca para sufragar la estancia y manutención. En su caso, Gwynnie comparte piso con otra profesora del centro y le está muy agradecida: «Es como una hermana mayor para mí». Como no habla español espera practicar también en este idioma, mientras reconoce que el inglés lo habla «igual demasiado deprisa para los niños», -interroga con la mirada a la tutora-. «No problem» -solventa Ester-. Y le sugiere que acompañe sus explicaciones con imágenes, porque los alumnos tienen que acostumbrarse al acento nativo en inglés, que para eso está en el aula.

Conversación

Así que la auxliar enchufa el ordenador y empieza a proyectar imágenes de su país, las exóticas playas -que provocan exclamaciones de admiración entre los estudiantes de quinto curso-, y los billetes y monedas que utilizan allí en comparación con el euro. Les cuenta que comen mucho arroz, como en todo el continente asiático, y los alumnos se extrañan por contra de que apenas consuman cereales. Más de una vez se les escapa hablar en castellano -«In English, please»-, y a Gwynnie le agobia porque su dialecto incluye pocas palabras en español «y no entiendo la estructura». La clase ha sido intensa para ambas docentes. Los alumnos, se van como si tal cosa. «Se acostumbrarán enseguida y hablarán inglés sin darse cuenta», concluye el director.