Los partidos de la derecha española han tardado horas en repudiar al expresidente de la Generalitat. El PP, formación que presidió en la Comunitat Valenciana y con la que alcanzó los mayores puestos de representatividad institucional, fue ayer especialmente dura con el exministro de José María Aznar.

«Zaplana pertenece al pasado», afirmó rotundo ayer el actual coordinador general, del PP Fernando Martínez-Maíllo, en los pasillos del Congreso, un día después de la detención del ex jefe del Consell.

El dirigente del PP calificó de «muy acertada» la decisión del Comité de Derechos y Garantías del partido de suspender de militancia a Zaplana ante unos hechos que son lo «suficientemente graves». «Tenemos que ser muy rápidos, lo hemos sido. Y a partir de ahí, que responda el señor Zaplana de sus comportamientos», dijo.

Con una crudeza inusual ante la caída de uno de los suyos, Martínez-Maíllo destacó que a «nadie le detienen por casualidad» y agregó que las conductas de las que se acusa a Zaplana son «reprochables» y tienen «que ser sancionadas, aunque sea 14 o 16 años después».

En las filas populares cunde la idea de que la contundencia mostrada tiene que ver con las conexiones (personales y políticas) del exministro con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera.

Según algunas fuentes consultadas, en Génova esperaban una próxima aparición pública que certificara la relación de Zaplana (y el exministro socialista José Bono) con la nueva plataforma de Ciudadanos.

A la dirección del PP, asimismo, no le habría caído por sorpresa la detención, sino que ya estaría advertida de la inminente operación desde hace algunos días, de modo que tendría preparada su respuesta.

La presidenta del PPCV, Isabel Bonig,Es la misma que se aplicó al expresidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González cuando fue detenido porque es así como lo marcan los estatutos del partido, dijo.

Así, indicó que cuando un miembro del PP es investigado por la justicia se le abre un expediente informativo, como al expresidente de las Corts Juan Cotino por la visita del Papa en 2006, mientras que cuando hay una detención se aplica esta medida.

Mientras, Cs no quiere saber nada de Zaplana. No obstante, como publicó ayer este diario, más allá de las posibles relaciones con Rivera, una parte importante de los cuadros del partido naranja en la C. Valenciana procede del sector zaplanista del PP. Es el caso del diputado Emigdio Tormo, del exalcalde de Alcoi Jorge Sedano y de otros responsables en Alicante.

Sin embargo, para la dirección nacional nada parece más lejos de la realidad. El secretario general José Manuel Villegas calificó de «graciosa» la vinculación que el PP promueve entre Zaplana y Rivera «para quitárselo de encima», y trasladó el foco de atención hacia el «pasado» común que el exministro compartió con el presidente Mariano Rajoy.

Desde las filas autonómicas, la síndica en las Corts Mari Carmen Sánchez fue más allá y con contundencia afirmó que Zaplana «ni ha estado, ni está, ni estará» en el partido «jamás» y subrayó que hasta el martes fue militante del PP. De hecho, Sánchez criticó duramente la detención del expresidente y lamentó «la romería de altos cargos» donde Zaplana es solo un «suma y sigue».

En el PSOE, el secretario general Pedro Sánchez mostró su «estupor». El secretario de organización, el valenciano José Luís Ábalos, aseguró que todos «sabíamos a lo que venía» y denunció que la corrupción es una «escuela política en el PP».

Camps, en silencio

Por su parte, Francisco Camps asistió ayer al pleno del Consell Jurídic Consultiu. Entró por detrás, advirtió que no haría declaraciones sobre la detención de Zaplana y lo cumplió cuando pasadas las cuatro de la tarde abandonó por la puerta trasera.