¿Cuáles han sido las primeras sensaciones tras ser elegida rectora, con el añadido de ser la primera rectora de la UJI, la segunda rectora en la Comunitat Valenciana y la sexta en universidades públicas de toda España?
Me costó un poco reaccionar. El primer día una no se lo acaba de creer y al día siguiente era una mezcla de sentimientos. Por un lado agradecimiento, después satisfacción y el tercer sentimiento que tuve fue el de una gran responsabilidad. Tengo la sensación que por delante tenemos retos que tenemos que dar respuesta y me gustaría no fallar. En cuanto al hecho de ser mujer, yo siempre decía que quería que me eligieran por el programa pero también he de decir que el hecho de que la Jaume I tenga una rectora, creo que puede ayudar a dejar que la universidad se visualice en masculino y a lanzar un mensaje muy claro a las nuevas generaciones. Si nosotros tenemos una universidad donde solo hay rectores, el mensaje que estamos lanzando es que las alumnas no pueden llegar a los cargos de dirección. El hecho de que ahora vean que hay una mujer quien lidera la universidad, estamos, de alguna manera, indirectamente, empoderándolas para que tengan un proyecto no limitado.
¿Considera que ha roto el techo de cristal?
Sí. A mí me gusta más decir que este hecho contribuye a romper estereotipos sobre las capacitadas profesionales de las mujeres. Porque creo que nuestra capacidad está ahí pero que, muchas veces, por motivos culturales, de educación, hace que nosotras mismas nos quedemos en un segundo plano.
¿Ha realizado ya las primeras llamadas para iniciar su gestión?
Ahora mismo estamos preparando el traspaso, haremos un análisis y cuando tengamos esa fotografía de la situación actual, hemos planificado una serie de reuniones con el equipo de gobierno para priorizar cuáles son las acciones que vamos a llevar a término. Pero creo que es importante primero hacer el análisis y después decir qué queremos priorizar.
Entonces, ¿aún no ha hablado con nadie del Consell?
El lunes me reuní con el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, para empezar a hablar de los temas pendientes que tenemos en la Jaume I como acabar la facultad de Ciencias de la Salud, la financiación y cómo poder colaborar conjuntamente Generalitat y Jaume I, porque no hay que olvidar que son dos instituciones públicas y que tienen que trabajar con lealtad, con voluntad de servicio público e intentar que lo que hagamos sea para mejorar.
¿Y ha tenido la oportunidad de hablar con el conseller de Educación Vicent Marçà?
Todavía no he tenido la oportunidad pero sí que tengo la intención de hacerlo porque, de hecho, nada más ser nombrada, le llamaré para poder reunirnos.
¿Cree que su relación con Ximo Puig al haber formado parte de su equipo como diputada en les Corts facilitará o agilizará conseguir lo que se está reivindicando?
Creo que el presidente actuará con criterio y teniendo en cuenta las necesidades de todas las universidades valencianas. No podemos olvidar que somos un único sistema universitario valenciano. Lo que puedo decir por mi parte es que yo trabajaré como siempre lo he hecho: intentando explicar aquello que es justo, que es bueno para la Jaume I y para toda la sociedad de Castelló.
¿En qué perjudica el actual sistema de financiación a la Jaume I?
En estos momentos estamos recibiendo el mismo dinero que en el año 2010, y en función de los mismos criterios de entonces. El problema es que durante este tiempo las universidades han cambiado mucho. Nosotros en este tiempo hemos implantado más titulaciones, tenemos más estudiantes, hemos crecido en investigación, incluso, formamos parte de las universidades del Ranking de Shangai. Nuestro profesorado ha ido adquiriendo derechos como más sexenios, quinquenios,... Y vamos pagando... Y llega un momento en el que eso es insostenible. Por eso es urgente que las universidades nos sentemos con la Generalitat, pongamos en la mesa la situación que tenemos y con toda la lealtad y sinceridad posible llegar a consensuar un nuevo modelo de financiación que, se podrá ir aplicando progresivamente, obviamente, pero, al menos, sabremos hacia donde queremos ir.
¿Están Eva Alcón y Vicent Marzà en puntos opuestos en cuanto al requisito lingüístico?
En absoluto.
¿Y cómo se conjuga la flexibilidad de la que habló en referencia a este aspecto y el plan de plurilingüismo de Marzà?
En el aprendizaje de lenguas, ámbito al que me dedico, desde la Generalitat se está haciendo un esfuerzo para que el conocimiento de las tres lenguas (el inglés, el castellano y el valenciano) sea una realidad cuando el estudiantado acabe la educación primaria y secundaria y llegue a la universidad. Conseguir eso es un reto y la UJI está completamente de acuerdo que sea así. Una vez lleguen a la universidad, nosotros tenemos que hablar con rigor. ¿Qué quiere decir esto? Tenemos un plan de estudios que se cumple estrictamente y, nosotros, además de impartir esos planes de estudio, queremos avanzar en el uso de la lengua propia: queremos incrementar la docencia en valenciano, facilitar que todas las personas que quieran tener más conocimiento de estas lenguas lo puedan hacer, y lo puedan hacer mientras cursos sus estudios con el menor coste posible. Las lenguas nunca son un impedimento, siempre son una fortaleza, un plus que daremos a la gente que venga a nuestra universidad. Y lo haremos incentivando y reconociendo a todas las personas que quieran incrementar el conocimiento y el uso de las lenguas.
Pero sí habló de una no obligatoriedad en algunos grados...
En los grados no son obligatorios. El plan de estudios que se ha enviado a ANECA no consta en estos momentos nada referente a esto. A mí no me gusta hablar de obligatoriedad y requisitos. Eso es un lenguaje que no es bueno para la universidad. Lo que tenemos que transmitir a la sociedad es que ser competente en lenguas es bueno y es un plus y que, desde la Jaume I, lo facilitaremos. Ese es el mejor mensaje que podemos dar a la sociedad. Ese, y sacar las lenguas del debate político.
¿Qué supone para las universidades los casos de los másteres de Cristina Cifuentes y Pablo Casado?
Este tipo de actuaciones hacen mucho daño a las universidades. Y hacen daño a la universidad porque en las universidades públicas trabajamos para tener igualdad de oportunidades para todas las personas. Entonces, si es cierto que algunas personas han tenido algún tipo de privilegio a la hora de obtener un máster, eso es un mal ejemplo para la sociedad y no refleja lo que pasa en las universidades. Eso son comportamientos que no se deberían permitir. La universidad tiene que ser ejemplo y la mejor manera para transmitirlo es teniendo comportamientos éticos.
