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Rescate en alta mar

La C. Valenciana acoge a 113 de las 629 personas migrantes del 'Aquarius'

El CAR de Mislata da asilo a 28 refugiados València Acoge y Cáritas acogen en varios pisos tutelados a una y veinte personas respectivamente

La C. Valenciana acoge a 113 de las 629 personas migrantes del 'Aquarius'

Las 629 personas inmigrantes que llegaron en el «Aquarius» y fueron acogidos de forma provisional en Cheste -más de 400 personas, entre mujeres (45) y hombres (415) que viajaban solos- ya han abandonado de forma mayoritaria estas instalaciones tras el plan de reparto que ha establecido el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social para destinar a estas personas solicitantes de asilo a una residencia permanente durante la primera fase de un proceso que suele durar dos años, entre que la persona demanda la protección y el Gobierno se la concede o no.

Así, 113 personas migrantes a bordo del «Aquarius» residirán durante la primera fase del proceso en centros de acogida de la Comunitat Valenciana. En València hay 108 personas, en Alicante cuatro y en Castelló una. El reparto se ha realizado entre las plazas disponibles en el Centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Mislata (que acoge 28 personas desde el 20 de junio) y las que tenían libres entidades sociales como CEAR en Sueca, Cullera y València; Cruz Roja; Accem; València Acoge (entidad que da asilo a un hombre joven de origen subsahariano) y Cáritas (alberga a 20 personas repartidas en cuatro pisos desde el pasado 21 de junio).

En una de dichas viviendas conviven siete jóvenes de origen subsahariano. «Solo uno de ellos habla inglés, por lo que está siendo complicado comunicarnos con ellos», explicaron desde Cáritas. En los otros tres pisos están albergadas tres familias con menores a su cargo (una casa por núcleo familiar).

Quedan 106

A fecha de hoy, en Cheste solo quedan 106 personas. Un equipo de la Secretaría de Estado de Migraciones permanecerá en el complejo de Cheste hasta que se derive a todas las personas migrantes recién llegadas. Por ahora, ya se ha trasladado a todas las mujeres y niños y se está trabajando en la asignación de plazas para los hombres.

Además, en Cheste también se había instalado una oficina de asilo francesa para identificar y entrevistar a los 300 inmigrantes que deseaban viajar en Francia. Sin embargo, este plan se ha quedado a medio gas. Y es que Francia solo acogerá a 80 solicitantes de asilo tras «cortar» las entrevistas cuando llevaban 135.

Así lo aseguró recientemente el director de la Oficina francesa de protección de refugiados y apátridas (Ofpra), Pascal Brice, tras asegurar que los refugiados en cuestión son esencialmente «eritreos y sudaneses» y «responden a los criterios que les otorga el derecho de asilo».

De esta forma, 165 personas que pretendían ser acogidas en Francia ni tan siquiera han realizado la entrevista, por lo que se quedarán en España aunque tengan familia en el país vecino y esa fuera su pretensión inicial. Aún así, están satisfechos ya que lo que no desean, de ninguna de las maneras, es regresar a sus países de origen, de los que huyeron al correr peligro su vida, o al de última procedencia, esto es, Libia, un infierno para cualquier migrante. Francia, además, no acoge a menores en este tipo de operativos.

Durante una cumbre europea celebrada la semana pasada en Bruselas, los mandatarios de la UE encontraron un acuerdo para blindarse ante la inmigración, que incluye la creación de «centros controlados» en suelo europeo para migrantes socorridos en aguas europeas, que serán creados en países «voluntarios».

Allí, las autoridades seleccionarán a los migrantes entre los que tienen derecho a la protección y aquellos que deben ser devueltos a sus países. El pacto alcanzado para «proteger» las fronteras del bloque y desmotivar a los migrantes que se lanzan en peligrosas travesías incluye también la creación de plataformas de desembarco fuera de la UE, donde se procederá a la misma selección.

Desde València Acoge lamentaron ayer este «acuerdo» que «da carpetazo a las cuotas para externalizar las fronteras de forma que los estados decidirán de forma voluntaria si quieren acoger o no quieren hacerlo. No es una política migratoria consciente de la realidad».

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