«La vida nos ha sorprendido con este epílogo, comenzando por mí», confesó Toni Gaspar en sus primeras palabras como presidente de la Diputación de València. El perdedor frente a Ximo Puig en 2012 en las primarias para liderar el PSPV no se esperaba este capítulo en su trayectoria política. «La vida resuelve por encima de hombres y mujeres. Es un misterio y hemos de acostumbrarnos», reflexionó en un tono existencialista poco habitual en un discurso de toma de posesión, donde lo normal es exponer un programa de gobierno.

El de Gaspar, vicepresidente de la diputación hasta anteayer, ya está escrito, porque no piensa, al menos eso dijo ayer, moverse del camino iniciado por su predecesor, el también socialista Jorge Rodríguez, dimitido después de ser detenido y pasar una noche en el calabozo dentro de la Operación Alquería, que investiga unas presuntas malversación y prevaricación por la contratación de altos directivos en la empresa pública Divalterra.

Ha sido una «legislatura con muchos aciertos», dijo, en función de la opinión de los alcaldes en la encuesta que realizó la corporación, y «la senda, la hoja de ruta de 2015, ha de continuar». Habrá cambias en el «color» y en la «pátina» al tratarse de presidentes diferentes, pero el trabajo en equipo «continúa hoy».

Su mensaje rimó en consonante con el del resto de socios de gobierno en la diputación (Compromís, Esquerra Unida y València en Comú), que pusieron énfasis en los cambios y la «transformación» iniciada en 2015. Esa visión, que incluyó los comentarios elogiosos de los socios sobre la actuación del investigado Rodríguez, chocó de frente con la presentada ayer por PP y Ciudadanos.

En realidad, el cambio en el panorama político provincial observado ayer con respecto a 2015 es la posición de la diputada del partido de Albert Rivera. Si Cs ofreció hace tres años una «abstención en positivo», ayer pasó a un «no rotundo».

Mamen Peris argumentó su rechazo a Gaspar en que «no ha cambiado nada» con respecto a la etapa del PP de Alfonso Rus. «Prometieron honestidad, transparencia y eficiencia, pero sigue habiendo enchufes, contratos que no se ajustan a derecho, expedientes en la Agencia Antifraude, detenciones y la UDEF en los pasillos», dijo.

El resultado fue así de 17 votos a favor de Gaspar, doce en contra (fueron para la representante del PP, Mari Carmen Contelles), uno nulo (Peris votó contra los dos) y uno en blanco.

«Lo ha tirado todo a la basura en dos plenos. Decir que nada ha cambiado es demagógico y la mentira más burda», le replicó el portavoz de Compromís, Xavier Rius, a Ciudadanos.

En la misma línea se pronunció Roberto Jaramillo (En Comú): «Sabe que hay gran diferencia con lo que pasaba [con el PP]. Qué pena que decidiera ser muleta del PP y se sume al 'todos son iguales', un discurso falso y que nos destruye como sociedad».

Pasada la Operación Alquería, lo que se vio ayer es una alianza sin fisuras. Un «equipo de gobierno a prueba de bombas», como dijo el socialista Pablo Seguí.

Todos destacaron los cambios desde 2015. «La institución ha dejado de ser un cortijo donde había que venir a besar la mano», afirmó Seguí. «Los ayuntamientos reciben más recursos que nunca, repartidos de forma objetiva, sin convenios singulares», subrayó Rius.

Toni Gaspar no entró en demasiados detalles. Ofreció consenso, diálogo y «política en mayúsculas», y abordó algunos de los debates tras el caso Alquería, como la continuidad de la corporación o el cierre (ordenado) de Divalterra. Si las instituciones se «han de fusionar o desaparecer, que nadie se rasgue vestiduras o se espante. No hay instituciones intocables o de signo divino». Siempre, con respeto a las normas, remató.

De la misma manera, reprochó a PP y Cs que interpreten el cierre de Divalterra como un despido de sus 700 trabajadores: «Es estar locos o no entender nada».

Contelles (PP) sacó armamento pesado y acusó al equipo de gobierno de prolongar su final. Un ejecutivo «contaminado y bajo sospecha», que «se amarra a los despachos», dijo. Tras varias preguntas a Gaspar, acabó con lo que sonó a augurio: «La Operación Alquería no ha hecho más que empezar». Que tiemblen, vino a decir.