Un vecino de la Pobla de Farnals se atrincheró en la madrugada de ayer durante ocho horas con su mujer y su hijo de 10 años en su casa tras negarse a ser hospitalizado en la unidad de Psiquiatría del Hospital Arnau de Vilanova, tal como informó ayer en exclusiva Levante-EMV en su edición digital. Tras una larga noche de negociaciones que no llegaron a buen término porque el hombre, preso de un ataque psicótico, cortó todas las comunicaciones con el especialista de la Guardia Civil, tuvo que ser el grupo de asalto de élite de ese cuerpo, la Unidad Especial de Intervención (UEI), quien accediese al domicilio, sito en el número 4 de la calle Les Escoles de la Pobla de Farnals, a través de una ventana y, tras asegurar a las dos víctimas, detuviese al atrincherado. El incidente, por fortuna, se saldó sin heridos.

Todo había comenzado el jueves por la tarde, cuando el hombre, diagnosticado desde hace tiempo de un trastorno bipolar, acudió a la consulta de su psiquiatra acompañado de su mujer. El especialista recomendó su hospitalización para reordenar su tratamiento, ya que llevaba unas semanas sin tomar adecuadamente la medicación. Ante la reticencia del paciente y para evitar un ingreso traumático, le ofreció la posibilidad de postergar hasta el día siguiente la hospitalización para que acudiese él de forma voluntaria al Arnau el viernes por la mañana.

Sin embargo, una vez en casa, se negó a cumplir con lo pactado con el médico y acudieron a su casa su hermana, su padre y su tía para ayudar a convencerlo. No lo consiguieron. El hombre zanjó la discusión echando de casa a sus familiares y encerrando a su mujer y a su hijo en uno de los dormitorios, que atrancó con una silla al grito de «estáis mejor ahí dentro».

Tanto sus parientes directos como la mujer, que logró quedarse el móvil, alertaron al 112. Instantes después llegaba la primera patrulla de la Guardia Civil de Massamagrell. Al verlos, el brote psicótico del hombre se agudizó y amenazó con matar a los agentes y a su familia. Así las cosas, los guardias pidieron refuerzos y, en los minutos siguientes, acudieron numerosas patrullas de ese cuerpo, así como de la Policía Local.

En ese intervalo, lanzó un arpón de pesca submarina a los agentes y también las llaves de su coche, pero no alcanzó nadie. Además, les gritó en varias ocasiones que tenía un revólver del calibre 38 y que estaba dispuesto a recibir a tiros a cualquiera que tratase de entrar en la casa.

Al cabo de unos minutos llegó un negociador de la Comandancia de Valencia que inició las conversaciones con él. Para entonces, la Guardia Civil y la Policía Local ya habían cortado la calle y pedido a los vecinos que se mantuviesen en sus casas y no dirigiesen la palabra al atrincherado.

La conversación acabó pronto: el hombre cortó el cable telefónico del domicilio y se limitó a pertrecharse con un machete de grandes dimensiones, en la creencia de que iban a entrar a por él. A partir de ese momento, la Guardia Civil pidió la presencia de la UEI, que llegó, procedente de Madrid, a las 4.00 horas.

Mientras, el negociador había logrado mantener abierto un canal de comunicación con la mujer, que a través de mensajes informó de que tanto ella como el niño se encontraban bien y a salvo, que no estaban heridos y que su marido estaba cada vez más tranquilo conforme pasaban las horas. De hecho, se dedicó a consumir latas de cerveza y a esperar en el salón de su casa, con el machete al lado.

Gracias a la colaboración de la mujer el negociador y los agentes de la UEI pudieron conocer la distribución interior de la vivienda. Cuando el plan estuvo listo, a las 6.00 horas, dos de los especialistas se deslizaron al interior utilizando una tirolina desde un edificio próximo y entraron por la ventana de la habitación donde estaban la mujer y el niño, al que la madre había logrado dormir acostándose junto a él en la cama.

Una vez que comprobaron que ambos estaban en perfectas condiciones, otros agentes de la UEI reventaron la puerta de entrada al piso y detuvieron al hombre sin que este tuviera tiempo siquiera de reaccionar. Ya inmovilizado, un equipo sanitario se ocupó de medicarlo y trasladarlo al hospital, en calidad de detenido, donde permanecía ingresado anoche.