Como si les hubiese tocado la lotería, pero sin dinero de por medio. Lo que sí les ha «tocado» es la plaza que habían solicitado para Martina, su hija de 3 años con autismo. Y es que la pequeña se había quedado sin plaza en el aula de Comunicación y Lenguaje (CyL) que había solicitado en un colegio cercano a su domicilio. Los padres se indignaron e iniciaron una recogida de firmas en la plataforma Change.org que ha dado resultados tras reunir 174.168 firmas.

Al quedarse sin la plaza solicitada, la conselleria les ofertó otros centros mucho más alejados de su domicilio, algo que que su familia no se podía permitir. Y es que la pequeña Martina no está sola. Tiene una hermana menor que aún no ha cumplido el año y también tiene diversidad funcional. La opción que tenía Martina era acudir a un aula ordinaria junto a más de 20 compañeros con una serie de recursos de apoyo. Es más, la Conselleria de Educación aseguró que esa era «la mejor opción para la niña».

Los padres, sin embargo, se oponían. «Martina no habla, no sabe comunicarse, está aprendiendo a demandar con pictos, no controla esfínteres... y no es capaz de seguir el ritmo en un aula con 20 alumnos más y un único profesor», explicó su madre a Levante-EMV que se hizo eco de su denuncia. Cuando la «campaña» de Martina sumó cerca de 175.000 firmas, Laura Cuerda descargó el documento y se lo envió a la conselleria. Y se produjo el milagro. En esta ocasión por vía telefónica. «Hace una semana recibimos una llamada del departamento de inclusión de la Conselleria para decirnos que Martina finalmente sí podrá ir al aula CyL que, por las recomendaciones que nos dieron por su autismo, le corresponde», explica su madre Laura Cuerda, que por fin respira tranquila.

Un aula CyL tiene por objeto ofrecer una respuesta educativa adecuada a las necesidades específicas de los alumnos con TGD (Trastorno general del desarrollo) / TEA (trastorno del espectro autista) en un entorno lo más normalizado posible.