Emocionado al hablar de su esposa y profundamente entregado a Dios, en quien deposita su «sed de justicia», Jorge Fernández, el marido y presunto asesino de la valenciana Pilar Garrido,se enfrenta, en el juicio que empieza hoy, a una pena máxima de 50 años de cárcel por feminicidio.

«Si la voluntad de mi Padre es la inocencia que así sea, y si la voluntad de mi Padre es que pase 50 años de mi vida (en prisión) por algo que no hice, algo bonito saldrá de eso también», asegura, tras pasar un año en la cárcel mexicana de Ciudad Victoria.

Sereno y relajado, Fernández abrazó la fe desde que ingresó en el Centro de Ejecución de Sanciones, acusado de golpear y estrangular a su mujer, cuyos restos fueron hallados el 29 de agosto de 2017. «Tengo sed y hambre de justicia, pero no la justicia que da el mundo», confiesa.

El presunto asesino asegura que unos hombres armados les asaltaron cuando regresaban de la playa y se llevaron a la mujer. «No es que mantenga mi versión, es que es la verdad», reitera. «Muchas barbaries se hablaron. Pero las personas que realmente conocieron mi matrimonio saben la calidad de padre y esposo que era», afirma.Por ello, desmiente todas las acusaciones vertidas sobre él y apunta que la fiscalía tiene una hipótesis que no es creíble.

Dice que anhela abrazar a su hijo, que vive con la familia materna en Massalavés, y de Garrido, asegura que era «excelente madre y esposa» y «muy inteligente y hermosa, por dentro y por fuera».