Nada más producirse el asesinato, se sucedieron los homenajes y los actos en reconocimiento a los 28 años de brillante trayectoria de Blas Gámez en la policía -22 de ellos en Homicidios, donde sigue siendo, a día de hoy, no solo uno más del grupo, sino todo un referente para sus compañeros-.

El último de los reconocimientos a la labor personal y profesional de Gámez llegó ayer, a propuesta de su ayuntamiento, en Torrent, la ciudad donde vivía con su esposa Chus y sus dos hijos, Álvaro y Pablo. Más de 300 personas, en su gran mayoría agentes de la Policía Nacional, además del alcalde de Torrent, Jesús Ros, y otros representantes municipales, acudieron, pese a la lluvia, a la inauguración de la plaza que desde ayer lleva su nombre y en cuyo centro se erige un monolito dedicado a su memoria.

Un acto multitudinario y emotivo que contrasta con el celebrado en junio en València para descubrir la placa de la calle del «cap i casal» que le concedió el consistorio a propuesta de Ciudadanos. Apenas 20 personas, todas ellas familiares, con su mujer y sus hijos a la cabeza, y algún policía, junto con el operario municipal y la concejal de Cs, que criticó al equipo de Gobierno por acudir al homenaje.