Lluís Bertomeu, nombre propio en la historia del valencianismo reciente, formalizó ayer su baja del Partido Popular de València después de casi dos décadas de militancia y tras llegar a la conclusión de que no encaja en el proyecto político que ahora lidera Isabel Bonig.

El político y comunicador inició ayer los trámites para romper un carné con 18 años de vida y con la ilusión puesta en un nuevo partido, Demòcrates Valencians, para el cual comenzará a colaborar, explicó a Levante-EMV.

Procedente de la extinta Joventut Valencianista, Bertomeu forma parte de aquel colectivo que soñaba con una convergencia valenciana que pudiera aunar bajo un mismo paraguas al nacionalismo valenciano moderado de derechas y de izquierdas.

Corría el año 2000 y el PP entonces liderado por Eduardo Zaplana había desplegado su operación de fagocitación de Unión Valenciana, socio de gobierno en la primera legislatura popular. Pero valencianistas con otras inquietudes buscaban cobijo y lo encontraron en el proyecto que Zaplana y el exconseller Rafael Blasco diseñaron en aquellos años y que pasaba por ensanchar lo máximo posible el caladero de votos para el PP.

Alrededor de 60 personas agrupadas en torno a Joventut Valencianista se afiliaron al PP, aunque con el trascurso del tiempo la mayoría de ellos acabó marchándose.

Bertomeu lo hace ahora después de más de un año de meditación y tras ser incapaz de «digerir» un discurso que ve «muy alejado de la defensa de los intereses valencianos».

«Antes en el PP cabíamos todos y de ahí los triunfos electorales», reflexiona Bertomeu, que lamenta que en la actualidad la formación se haya parapetado en conflictivizar todo aquello que tenga que ver con la defensa del uso del valenciano y en ser «dique de contención» del catalanismo. Para Bertomeu, el PP de Bonig está errando en su estrategia al querer superar a Ciudadanos en su «neocentralismo».

El dirigente valencianista, que nunca ha ocupado cargo público, lamenta que el PP se haya «dejado birlar» por Compromís la bandera del valencianismo ya que la ciudadanía no lo identifica como el partido que mejor defiende sus intereses como pueblo.

En el congreso regional del PPCV, que eligió a Bonig como presidenta del PP, Bertomeu promovió varias enmiendas para teñir la ponencia política de ese nacionalismo moderado que él defiende, alejado de la guerra de los símbolos. Sus ideas no prosperaron y el PP de Bonig se acomodó en posiciones cercanas al blaverismo. Un tema recurrente en todas etapas del PP, sobre todo en época electoral.

Bertomeu, que tiene una empresa de comunicación y asesora entre otros a los diputados agermanats (los ex de Ciudadanos), cree que Demòcrates Valencians representa esa fuerza «moderada y centrista» que huye de la conflictividad y que reclamaba el empresariado valenciano. «Cuando uno tiene vocación, no puede dejar la política», sentencia.