Se trata del tumor más habitual cuando hay un diagnóstico de cáncer de mama (en 7 de cada diez casos) y, además, es el de mejor pronóstico. Dentro se subdivide en luminales A y B según si tienen o no receptores para hormonas RH (estrógeno y progesterona) positivos y niveles altos del receptor del factor de crecimiento epidérmico tipo 2 (HER). El primero es el que mejor pronóstico tiene de todos y suele necesitar solo de intervención quirúrgica y tratamiento hormonal sin pasar por la quimioterapia. Para decidir el abordaje terapéutico se utilizan unos estudios de plataformas genéticas para identificar si el tumor tiene o no un alto riesgo. Esto sucede incluso en algunos tipos del tumor luminal B.