Detrás del aumento de los casos de paperas entre jóvenes de 20 a 35 años está la baja eficacia de la vacuna que recibieron en su día, ya fuera en su primera dosis establecida a los 15 meses de edad o la segunda, la de refuerzo, que en 1994 se ponía a los 11 años de edad (ahora se pone entre los 3 y 4 años).

Según la Dirección General de Salud Pública, en los años 90 se comercializó una vacuna contra las paperas que utilizaba un tipo de cepa concreta, la Rubini, tras retirar una anterior por sus efectos secundarios.

En 1998 dos brotes de paperas, uno en Manacor y otro en Almoradí encendieron las alarmas ya que la gran mayoría de afectados habían sido vacunados. Tras poner en cuestión su efectividad, las autoridades sanitarias decidieron retirar este tipo de vacuna a partir de 1999. De la protección esperada, la cepa «solo resultó ser efectiva al 50 %», según el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós José García.