El doble parricida de Paterna que en junio de 2017 acabó a tiros de escopeta con la vida de sus dos progenitores porque, según declaró, no querían darle «dinero para porros», se enfrenta ahora a una pena de hasta quince años de cárcel por dos delitos de asesinato.

La Fiscalía aprecia finalmente la eximente incompleta de enajenación mental dado el trastorno y retraso mental que presenta el acusado, pero sí que lo considera responsable e imputable, por lo que deberá sentarse ante un Jurado Popular para responder por este doble crimen.

David J. V., de 37 años y que padece una minusvalía psíquica del 76 por ciento, asesinó de cinco disparos a su padre, de 73, cuando este se encontraba tranquilamente durmiendo en su habitación. Según el relato de los hechos realizado por el fiscal, previamente ya había efectuado un disparo «a bocajarro» contra su madre en el pasillo de la vivienda. Pese a que la mujer, de 72 años, suplicó por su vida y se colocó el brazo para protegerse, los múltiples perdigones causaron la destrucción de centros biológicos vitales y ésta también falleció en el acto.

Según han acreditado los forenses del Instituto de Medicina Legal de València que lo han explorado, el presunto parricida presenta un retraso mental moderado y alteración de la conducta como consecuencia del llamado síndrome Klinefelter. Esta situación mental «le produce una afectación parcial y severa de las bases psicobiológicas de la imputabilidad», según se recoge en el escrito del Ministerio Fiscal.

Los hechos ocurrieron en la madrugada del 30 de junio de 2017. Como ya relató en su día Levante-EMV, el acusado había protagonizado varios incidentes en el entorno familiar y vecinal, por lo que sus padres, conocedores del problema que tenía, cerraban la puerta de la vivienda y escondían las llaves para que su hijo no pudiera salir sin que ellos lo supiesen.

Según reconoció en el momento de su detención a la policía, el acusado quería salir a comprar droga y al no poder conseguirlo optó por acabar con la vida de sus progenitores. «Me he cargado a mis padres por no darme dinero y no dejarme salir a comprar mis porros», confesó.

Eran las 2.30 horas cuando, sin discusión previa, el procesado cogió la escopeta de caza de su padre y, «guiado por el ánimo de acabar con la vida de sus padres», observó que su madre iba por el pasillo de camino al dormitorio y le descerrajó «un disparo a bocajarro». Minutos más tarde, y siempre según la versión de la fiscalía, se dirigió a la habitación donde se encontraba durmiendo su padre y, guiado con la misma intención, le disparó hasta en cinco ocasiones. Antes de la llegada de la policía tuvo tiempo de esconder el arma homicida dentro de su funda detrás de una cortina del dormitorio.