Hace doce meses uno de los mensajes que lanzó Ximo Puig en su discurso de Año Nuevo no entraba en la agenda política. La irrupción de la extrema derecha puede ser una realidad según la experiencia en los comicios andaluces, donde el partido de extrema derecha Vox ha irrumpido en el parlamento, que también preside. El lunes, Puig quiso recordar que la democracia «no es irreversible» y advirtió de lo «fácil» que es caer «en respuestas tan simples como equivocadas».

El president afinó más el tiro y señaló el «menosprecio» a la autonomía política y al autogobierno que promulga Vox, partidario de la recentralización del Estado. Además, Puig criticó que se cuestione el «terrorismo machista» plateando abolir la Ley contra la Violencia de Género que el partido de Abascal lleva en su programa y que ignora «el gran combate social de nuestro tiempo».

Desdén hacia el feminismo

Puig, que no citó a ningún partido, también aludió al desdén hacia el feminismo de algunas posturas políticas y aseguró que la solución a los problemas en España «no vendrá de buscar culpables».

Mientras al inicio de 2018 la ultra derecha no suponía una amenaza, el procés catalán ya marcó buena parte de los discursos de los presidentes autonómicos y en 2019, la preocupación se mantiene. Puig puso a la C. Valenciana como referencia de estabilidad «frente a lo que ocurre por desgracia en otras comunidades», en una clara alusión a Cataluña, cuyo presidente Quim Torra instó a la sociedad a «sublevarse ante la injusticia» por la prisión a los dirigentes políticos del soberanismo catalán.

En esa misma línea, defendió la «fraternidad» en la política valenciana para sacar adelante otro presupuesto del Botànic, cuando solo tres comunidades lo han conseguido. Además de repasar los logros en el área social y la educación, Puig remarcó los dos objetivos que aún están pendientes de acometer: el cambio de modelo de financiación, que otro año más sigue intacto, y conseguir unas inversiones «justas» que ahora, eso sí, «están blindadas en el Estatut d'Autonomia».

Para el PP, el discurso reveló un gobierno «agotado» y un «chasco» para Cs. Mientras el PSPV aplaudió a Puig, Compromís se centró en los retos por acometer y Podemos pidió «redoblar»los esfuerzos.