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Urbanismo

La dispersión de las ciudades marca el reto de la política metropolitana

La UV analiza el proceso de transformación que ha sufrido la Comunitat Valenciana desde 1975

Julia Salom, Joan Romero, el vicerrector Antonio Ariño y Rafael Castelló, ayer, en el primero de los debates sobre el estudio. josé luis bort

Mostrar los cambios que se han producido en la Comunitat Valenciana desde 1975 y, más todavía, avanzar hacia dónde se dirige con vistas a 2025. Son los objetivos de la reciente publicación de la Universitat de València La sociedad valenciana en transformación (1975-2025), sobre la que ayer se celebró en el Aula Magna del Centre Cultural La Nau el primero de los siete seminarios que mostrarán al público este exhaustivo trabajo y que marcó como claves el envejecimiento de la población, la dispersión de los principales centros urbanos y, sobre todo, el resto de una verdadera política metropolitana que actualmente no existe.

Precisamente en este último aspecto, en el de coordinar una serie de políticas supramunicipales que den respuesta a la nueva forma de las ciudades, hizo hincapié el catedrático de Geografía Humana en la UV y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Social, Joan Romero. Apuntó a la necesidad de aprender de otros países, -«como Alemania», precisó-, en los que hay «modelos de gestión y cooperación entre territorios según sus distintas necesidades».

«Tenemos un reto muy importante que afrontar, porque tenemos un modelo de Estado muy descentralizado compuesto por comunidades autónomas con poderes legislativos, con recursos para realizar políticas públicas más eficientes y cohesionadas con el territorio, pero con un grado de complejidad que requiere una sofisticación democrática que a veces no tenemos», aseguró Romero. «El Gobierno central toma decisiones por su cuenta, sin dar audiencia a las comunidades autónomas, que, por ejemplo, han dejado un modelo de infraestructuras complejo, ineficiente e inexplicable», criticó en alusión a que todavía no se haya ejecutado el corredor mediterráneo.

En sentido similar se pronunció la doctora en Geografía y catedrática de Análisis Geográfico Regional de la UV, Julia Salom: «Si hay algo que ha quedado obsoleto es el marco municipal para la planificación de algunos servicios como el transporte, que es necesario hacer a otro nivel. Es grave la falta de coordinación de políticas entre municipios. Es uno de los principales problemas de gobernanza que actualmente existen». De hecho, uno de los retos del futuro es seguir potenciando la influencia del área metropolitana de València a nivel mundial, algo que ha crecido desde 2008 «como reacción a la pérdida mercados internos y la búsqueda de las empresas de redes internacionales». «Aún así, el área metropolitana de València sigue ocupando un espacio inferior de influencia para su producción económica y su tamaño», matizó Salom.

Ciudades más dispersas

Los cambios a los que se ha visto sometida la Comunitat Valenciana en los últimos 45 años también se han hecho notar físicamente sobre su territorio. Según explicó Salom, en el último medio siglo las regiones urbanas valencianas han sufrido un proceso de expansión que ha dado con las denominadas «ciudades difusas», en contraposición con la tradicional urbe compacta. Se trata de modelos de ciudad de baja densidad en forma de urbanizaciones, que han sido «favorecidos por determinadas políticas urbanísticas y neoliberales», apuntó Salom. Asimismo, la doctora en Geografía incidió también en que la población se ha desplazado hacia el litoral y hacia el sur.

Por su parte, el profesor de Sociología y Antropología Social Rafael Castelló ofreció una aproximación al trabajo basada en el contexto demográfico, en la que quedó reflejado el envejecimiento de la población que, según se prevé, no parará en las próximas décadas. Para ello se dan dos factores: la mayor longevidad de la gente y el descenso de la natalidad. Como consecuencias: en el futuro aumentarán las necesidades de atención a los mayores de 64 años y se reducirá la población en edad laboral. Una situación que obligará, según incidió Castelló, a tomar medidas «políticas» para poder mantener el Estado de Bienestar, «porque la solución seguro que no va a ser demográfica», recalcó.

Dentro de esta transformación, Castelló hizo dos incisos: la dinamización de la demografía valenciana por parte de los movimientos migratorios entre 1998 y 2008 -a partir de entonces el saldo migratorio es negativo- y el descenso de la fecundidad. En este último sentido, apuntó a que la edad reproductora se ha desplazado a la franja entre los 30 y los 39 años, y mostró su preocupación por la «carga» a la que se le somete a las mujeres en este período vital, así como por que las tasas de fecundidad (1,3 niños por pareja) son menores que la del deseo (2 niños) «por motivos sociales o económicos». Ante ello lanzó un dardo a aquellos que atribuyen el descenso de la natalidad a la entrada de la mujer en el mundo laboral: «Cuando se consiguen más políticas de igualdad se incrementa más la fecundidad, porque las mujeres se sienten más seguras y arropadas por la sociedad».

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